¡Qué habría sido de Guatemala sin Esparragosa, sin Flores, sin Liendo y Goicochea (que realiza la reforma de la Universidad de San Carlos) y sin Bergaño y Villegas que apoya con su aguerrida y bizarra pluma estas reformas (las de la Ilustración en general) desde las columnas de la “Gazeta de Guatemala”.
Batres Montúfar es el heredero espiritual en Guatemala de las enseñanzas que en cortos años dejó aquí Simón Carreño (que este era el verdadero nombre de Bergaño). Pero Milla y Vidaurre ¿le heredó algo?
Bergaño y Villegas hacía una suerte de cuadros de costumbres y retratos de las tradiciones o de lo tradicional con mucho donaire y frescura. Milla hereda este gusto (que funda en Guatemala el escritor baldado) el agrio y simpático vate que tuvo cinco denuncias en el Tribunal de la Inquisición de Guatemala. En este punto se enlazan el libre pensador Bergaño y el católico novelista Milla y Vidaurre
Voy a entender por nacional, aquí, la capacidad o intención de reflejar, copiar o expresar lo guatemalteco de manera manifiesta y con conciencia estética de ello.
He dicho que Milla (por esto o por lo otro) es un escritor no liberal y miembro del nigérrimo Partido Conservador que sostenía a Rafael Carrera y Turcios, una vez éste se hizo con la presidencia. Por ello podemos deducir que su ideología no era revolucionaria sino solamente evolucionista y progresista a su manera, a la manera del trasnochado conservadurismo del siglo decimonónico que mantenía vivo un cadáver, el cadáver de la Edad Media que por fin ha sido enterrado (aún perviven en el día algunos de sus fétidos hálitos) en 1871, con la revolución de García Granados y Justo Rufino Barrios, revolución que no alcanzó el territorio de las conquistas sociales.
Pero la clara filiación político-ideológica de Pepe Milla con el partido conservador, no le impide ¡de ningún modo e indiscutiblemente!, el poder realizar una creación que desde su punto de vista conservador, sea de alguna manera nacional.
Lo nacional, lo guatemalteco es todo lo que cabe en el concepto de guatemalidad, es decir, perteneciente y propio de nuestra tierra. Así, las crónicas coloniales, por ejemplo, de las que se sirve Milla para o como base de sus tres novelas históricas son de Guatemala, son nacionales y son también reflejo y vida y derroteros por donde transcurrió nuestra nación o lo que más tarde llegaría a serlo. Pero su base.
No porque la historia colonial en el día nos avergüence por el vituperio que los españoles hicieron a los indígenas y criollos y mestizos deja de ser ¡historia de Guatemala! Crónica colonial, tránsito de nuestra nación. Encontrar en ella asunto para una novela romántica, es buscar y localizar alguna de las raíces de nuestra nacionalidad.
Por otra parte José Milla y Vidaurre hace también un esfuerzo por recrear a Guatemala de distintas maneras y no sólo a Guatemala sino a toda Centroamérica. En el caso de su pequeña novela “El esclavo de don Dinero”, el padre de la novela guatemalteca permite al lector (que la desconozca) el conocimiento de buen parte del Istmo, pues aprovecha la persecución que hace el avaro don Canuto Delgado, al ladrón de su amado dinero (don Teodoro Rajacuero) por las cinco repúblicas centroamericanas para describirnos desde muchos sentidos pero especialmente desde el punto de vista geográfico a Centroamérica, pero especialmente a Guatemala.