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“Tradiciones de Guatemala” puede ser cualquier cosa menos tradiciones. En realidad el libro está constituido por tres cuentos largos que narran tres empáticas acciones que pudieron o no haber ocurrido en la vida real, pero que desde luego no tienen el rango ni la esencia de la tradición (de la narración tradicional) por la vía del Sombrerón, la Siguanaba o el Sisimite.

Tampoco “Don Bonifacio” es una tradición ¡qué va!, el mismo autor declara la fuente en el prólogo a esta novela en verso, que le inspirara un artículo leído en la refinada revista parisina La revue de deux mondes. Pero que el padre de la novela guatemalteca chapiniza sin que por ello se pueda llamar una tradición guatemalteca esta de “Don Bonifacio”. Hasta allí podemos encontrar similitudes entre “Don Bonifacio” de Milla y la “Tradiciones de Guatemala” de Batres. En la chapinización está la similitud.

En adelante hallaremos más bien diferencias pese a la admiración que el autor de “Los Nazarenos” rendía al autor del famoso madrigal…

Con “Tradiciones de Guatemala” Batres se sumerge en la realidad de su país casi de manera naturalista, ¡poco le faltó! Milla, en cambio, se aleja vertiginosamente de ello (con “Don Bonifacio”) por el estilo que perseguía (el romanticismo evasivo de sir Walter Scott) y porque no le resultaba conveniente hundirse en la realidad oscura y miserable de la sociedad guatemalense de su tiempo pues ello no se lo hubiera tolerado ni un minuto Rafael Carrera y sus huestes con jugosos sueldos que invocaban sangre azul. Cuando Milla, en alguno de sus cuadros de costumbres o en alguna de sus novelas semirrealistas (“Historia de un pepe”, “El esclavo de don Dinero” o “Memorias de un abogado”) desliza una crítica social, lo hace tímidamente y muy de tarde en tarde, como cuando denuncia la miseria e ignorancia que viven los campesinos de Guatemala (las cosas no han cambiado mucho en 100 años) pero ello constituye la excepción y no la regla. Mientras que en los textos de Batres la crítica social es la regla mas no la excepción.

“Tradiciones de Guatemala” tiene un aire festivo, burlón, irónico y de gran donosura (es absolutamente lo contrario del funesto “Yo pienso en ti”) y lo contrario asimismo del fúnebre y tétrico “Don Bonifacio” cuyo personaje principal (un asesino medio esquizofrénico) es más un hijo de Edgar Allan Poe, que pariente del risueño y bohemio don Pablo de las “Tradiciones de Guatemala”.

En “Don Bonifacio” de Pepe Milla todo es siniestramente truculento. El personaje protagónico es retorcido, enfermizo, atrabiliario y alucinado. Los protagonistas de “Tradiciones de Guatemala” en cambio están llenos de vida, de erotismo (los tres cuentos que integran el libro respiran por el pecho de Boccaccio) y la vida rebalsa por las venas de amantes y amadas que sólo esperan la oscuridad y la soledad para quererse sin tapujos ni ambages, aun con adulterio de por medio.

Milla es recatado, católico y discreto en “Don Bonifacio” y en general en toda su obra. Batres es eróticamente diabólico y sensual en sus “Tradiciones”. Aceptemos por tanto que Milla imita a Batres hasta cierto punto del que no pasa y el que no rebasa por temor al capitán general Carrera y Turcios y su epígono político Pavón y Aycinena.

Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

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