La última obra que Nietzsche escribió y publicó fue “Ecce Homo”. Las últimas líneas que en ella consignó fueron las siguientes:
“¿Se me ha comprendido?:
“Dionisio frente al Crucificado”
Heidegger se pregunta por qué cerró Nietzsche su última obra con tan combativas o violentas palabras y da una respuesta muy interesante y profunda en: “¿Quién es el Zaratustra de Nietzsche?
Heidegger es prolijo en su explicación e interpretación. Yo creo que Nietzsche solo quiso decir: He dejado en mis doctrinas dos cultos: el mío (el de la Vida) frente al de la muerte que asumen y postulan los que creen en el Crucificado. ¡Yo creo en Dionisio!
Toda la vida y la obra de Nietzsche estuvo –por tanto- encaminada a subvertir o transmutar (como él dice) los valores establecidos por otros que creen que son los únicos que puede salvar y redimir al hombre de irse a pique con su cultura, con la civilización que está por hundirse en el caos que el mismo ha creado. Hoy más que nunca evidente con la despiadada polución ecológica y una tercera guerra mundial disfrazada hipócritamente o los atentados contra Trump o contra Evo Morales.
Solo la Vida puede salvar al hombre de la muerte en que él mismo se empeña en caer ciegamente. El hombre envenena las fuentes de la Vida porque aunque él mismo no lo acepte está dispuesto a suicidarse colectivamente, aunque como digo, lo niegue. Sin embargo, todo polo tiene su contrario y si buena parte de la humanidad quiere el suicidio ecológico o guerrero, otro lucha por lo contrario y su caudillo y guía es Nietzsche.
Pero él no vio solamente un enemigo (para la Vida) en el cristianismo, sino también para la ciencia. Es decir, un enemigo global y total del Humanismo. ¿O no es cierto que también el cristianismo ha atacado inmisericordemente a quienes han querido sacar al hombre de su ignorancia, puesto que siempre ha sido más fácil manipular ignorantes analfabetas que a informados hombres de cultura.
La lucha de la Iglesia contra la inteligencia es secular e indiscutible con altibajos y claroscuros. Con la espada y la cruz al canto se hizo el descubrimiento y la colonización de América. Y no sólo contra la ciencia sino contra el arte. El teatro fue muchas veces condenado por la Iglesia pues lo consideró portador del demonio. La libertad de expresión es una lucha permanente. En su contexto la libertad no tiene sentido y entonces ¿para qué el teatro o la ciencia? Si sólo hay que leer un solo libro, según algunos pastores o sacerdotes. Teatro o ciencia pueden ser distractores para salvar el alma y ganar el cielo.
La condena del cristianismo por Nietzsche no fue gratuita ni se debió a que él estuviera poseído por el demonio. Se debe a que él se prestó a que la Vida y el hombre se defendieran por su boca antes de que fuera completamente tarde. Todavía es tiempo de escuchar a Zaratustra desde un libro para todos y para ninguno.
La muerte y la vida son las dos caras de la monda que se llama existencia y de estas dos caras se desdoblan (en infinita dialéctica) otras y otras como: el calor y el frío. La marea alta y la baja. El tiempo húmedo y el seco. El invierno y el verano que son a veces tumbas y a veces nidos de seres en interminables cadenas, en cadenas que se reiteran quizá por la eternidad.
La dialéctica de la Vida está llena de rocambolescos vericuetos y hombres como Nietzsche están llamados a poner luz en la teoría del conocimiento que alguna vez cobró vida en el mito de la caverna platónica.