Mario Alberto Carrera

marioalbertocarrera@gmail.com

Premio Nacional de Literatura 1999. Quetzal de Oro. Subdirector de la Academia Guatemalteca de la Lengua. Miembro correspondiente de la Real Academia Española. Profesor jubilado de la Facultad de Humanidades USAC y ex director de su Departamento de Letras. Ex director de la Casa de la Cultura de la USAC. Condecorado con la Orden de Isabel La Católica. Ex columnista de La Nación, El Gráfico, Siglo XXI y Crónica de la que fue miembro de su consejo editorial, primera época. Ex director del suplemento cultural de La Hora y de La Nación. Ex embajador de Guatemala en Italia, Grecia y Colombia. Ha publicado más de 25 libros en México, Colombia, Guatemala y Costa Rica.

post author

Mario Alberto Carrera

Joe Biden parece anunciarlo como si fuera el mismo San Juan –trepado en el libro de los libros apocalípticos– el llamado de los siete sellos, para abrir el séptimo, como en la película de Bergman.

Afirma Biden: Putin amenaza al “mundo libre” con armamento y bombas nucleares más potentes que el insidioso tósigo de las siete tazas o cálices que arrojarán inexorables igual número de ángeles. Y así acabará la bestia con los “buenos porque sin intentar subirnos a las cimas de las exégesis bíblicas, debemos interpretar que los miembros de la OTAN –comandada por Estados Unidos– es la copa angélica de los “buenos níveos” y el amenazante Putin el negro hermano de Satanás o Lucifer mismo.

Es cuestión de cómo se arme el silogismo y de qué manera se monten las premisas. La “verdad” es un sentimiento internalizado y subjetivo que, tomando pie en los sofistas, podemos catalogar como un fenómeno permanentemente en proceso de mejorar o empeorar. O como digo yo (más oscuro aún) todas las verdades humanas no son sino un inconmensurable solipsismo hundido en el absurdo de La Náusea.

Visto con ojos occidentales (aunque buena parte de Rusia es Europa) –y desde una atalaya en Occidente– el “malo” es Putin pero, según Putin, no hace sino recuperar buenamente una parte territorial que le pertenece por razones étnicas y lingüísticas. Por tanto, su acción también es “buena” –para él y la Federación de Rusia– el país más grande de la Tierra que, aun así, desea más propiedades como el hombre insaciable –trasladándonos a la unidad humana– que se convierte en avaricioso invasor y roba los pequeños lotes del prójimo. Por eso acaso dijo anarquistamente Proudhon que toda propiedad ¿privada?, es un robo.

Como vemos, aquí también entra a figurar la transvaloración nietzscheana en la que el discutido y admirado filósofo alemán (a partir de una revaloración del cristianismo, él, el Anticristo) propone que lo bueno sea lo malo y lo malo, bueno. Si aplicamos la transvaloración al tema Biden-Putin caeremos en la cuenta de que no debemos aceptar ramplonamente que algo es “malo” sólo porque el Br. Munguía así lo dispone o porque en las Batuecas todo es santo y bueno e imitable. Aquí también lo de la relatividad cobra valor absoluto y matiza al mundo de los valores, de la ética o de la moral.

¿Puede ser 2022 o 2023 el año en el que el final de los tiempos estalle apocalíptico y anegue la Luna en sangre? ¿El Día del Juicio Final ha llegado o está cerca y la segunda venida de Cristo (para juzgar a los buenos y a los malos y lanzar a los infiernos por toda la eternidad a los corruptos y malignos) está tan próxima que ya se escucha el crujir del séptimo sello? ¿Los perversos jinetes del apocalipsis y sus caballos –en especial el bermejo– están entrando por la puerta de Ucrania donde Putin echará mano (¡o son sólo amenazas!) de sus armas nucleares para cundir de rojo las entrañas del planeta?

Joe Biden cita –recientemente en medios– al Armagedón como el punto de encuentro de todos los clamores y acaso el lugar simbólico donde estallarán miles de bombas nucleares en una guerra que ninguno ganará. El Presidente de Estados Unidos como practicante del cristianismo ¿católico?, de constante iglesia dominical, acude a la Biblia para decir que en Armagedón están por estallar las bombas y misiles nucleares de Putin. Bien ha de conocer su Biblia para citar el Apocalipsis de San Juan (y al Armagedón y la montaña Megido, donde explotará la venganza del Cordero) último de los evangelios del Nuevo Testamento.

La Prensa cita al presidente del país aparentemente más fuerte y potente del mundo opinando que el planeta corre el riesgo de un Armagedón nuclear, riesgo siniestro y grotesco que se detecta por primera vez –dice, argumentando– después del final de la Guerra Fría y la crisis de los misiles en Cuba en 1962.

Lapsos muy encendidos que, los que tuvimos la dicha o el dolor de vivirlos, nos ha dejado un recuerdo muy vivo que renovamos ¡al pensar angustiados y pesarosos!, lo que podría ser el final de los tiempos y el Armagedón Biden versus Putin.

¿Los siete arcángeles contra la Bestia? Usted es libre de darle vuelta al mundo de los valores y emplear la transvaloración nietzscheana.

Artículo anteriorMuévete para conservar la salud
Artículo siguientePropuestas Q18