La selección nacional ha despertado una efervescencia inusual en las últimas competencias que ha participado. Todo este trabajo ha sido bajo la dirección del mexicano Luis Fernando Tena, que ha logrado conjuntar un equipo chapín que deslumbró en las canchas norteamericanas.
Por primera vez tras muchos años de fracasos deportivos, la participación en la Copa de Oro 2025 fue digna porque los “muchachos” mostraron orden táctico que dieron sus frutos y le dieron a la afición una esperanza de poder ir al próximo mundial. Borraron décadas de frustración. Lastimosamente detrás de esta aparente renovación, se esconde una realidad incómoda: ocho de los once titulares nacieron fuera de Guatemala.
Este dato revela una falla en los dirigentes del Fútbol Nacional. ¿Cómo es posible que el país con el deporte más popular no logre formar futbolistas competitivos? ¿Qué dice esto de nuestros dirigentes deportivos, nuestras ligas juveniles, nuestros clubes y, sobre todo, de la Federación Nacional de Fútbol? Lo puedo resumir como “un fiasco deportivo”.
La respuesta es tan evidente como dolorosa, la Federación ha sido históricamente ineficiente, opaca y capturada por intereses ajenos al desarrollo deportivo, con un presidente como Gerardo Paiz Bonifasi que se empecina en seguir dirigiendo una entidad que la ha convertido en ineficiente. Incluso el caso de la exclusión de Xinabajul de la Liga Nacional nos puede costar no participar en esa justa que tiene ilusionados a 19 millones de guatemaltecos, que quieren ver al equipo de sus amores, compitiendo en el evento más importante de deporte mundial.
Para 2025, la Federación cuenta con un presupuesto anual superior a los Q60 millones, pero los resultados no se reflejan ni en el campo ni en las canteras. La Academia FIFA Talent inaugurada este año en el Centro de Alto Rendimiento es un paso importante, pero llega tarde y aislada, sin una política nacional que articule el fútbol base con el profesionalismo que se necesita.
Según la Fedefut y la FIFA, el proyecto fue inaugurado en abril de 2025 como parte del programa FIFA TDS (Talent Development Scheme), con el objetivo de establecer un itinerario claro y sostenible para el desarrollo de jóvenes futbolistas. La academia fue presentada como un modelo de excelencia operativa y recibió elogios de Gianni Infantino, presidente de la FIFA.
Sin embargo, no se saben las cifras exactas sobre el monto recibido ni informes de ejecución presupuestaria, lo que deja espacio para cuestionamientos legítimos sobre la transparencia y el uso de los recursos por parte del señor Paiz Bonifasi y sus colaboradores.
Dado el historial de opacidad en la Federación Nacional de Fútbol y la falta de resultados visibles en el desarrollo de talento local, es razonable que existan dudas sobre el destino de los fondos. La prensa deportiva debería de convertirse en la mayor fiscalizadora de este proceso, que después de cinco meses no deja ver nada claro, al contrario todo oscuro.
La Academia FIFA Talent podría haber representado una oportunidad histórica, pero sin transparencia en la ejecución de los fondos y sin resultados tangibles en el semillero nacional, corre el riesgo de convertirse en otro monumento al “descaro deportivo” y uno más de los negocios de la “clica del deporte” que únicamente en más de tres décadas han montado un estilo de vida que les permite viajes, hoteles cinco estrellas, alimentos de primera calidad, pero lastimosamente sin resultados y cero infraestructura deportiva.
Las asociaciones departamentales siguen sin aportar jugadores, mientras consumen recursos públicos que superan los Q2 mil millones anuales destinados al deporte. El fútbol guatemalteco no necesita más ceremonias: necesita instituciones que rindan cuentas y construyan futuro deportivo.”
La reciente propuesta en el Congreso para facilitar la nacionalización de futbolistas extranjeros fue presentada como “urgencia nacional”. Paradójicamente, fue rechazada por mayoría. Muchos diputados que se declaran aficionados al fútbol votaron en contra, evidenciando una desconexión entre el discurso populista y la acción legislativa.
¿Es legítimo nacionalizar jugadores? Sí, pero no como parche institucional ni como atajo para maquillar la inoperancia de la Federación Nacional. El fútbol no puede seguir siendo rehén de improvisaciones, mucho menos de dirigentes de dudosa procedencia.
Guatemala necesita una reforma profunda en su federación, que implemente mecanismos de rendición de cuentas, transparencia y profesionalización. Urge invertir en formación, en ligas juveniles, en centros de alto rendimiento y en programas escolares que integren el deporte como herramienta de desarrollo social.
La selección puede ganar partidos, pero si no siembra raíces, seguirá siendo un equipo sin identidad de país. Y Guatemala merece mucho más que eso; merece una federación que no solo administre recursos, sino que construya bases para que nos dé muchos más podios y victorias colectivas. La materia prima la tenemos, lo que nos falta es quién la trabaje, como debe ser y con honradez.