Esta semana escribo sobre un tema que me hicieron llegar por correo electrónico y que es el caso de don José Antonio, quien me expone una situación en donde estuvo a punto de perder la vida, por culpa de otro conductor, como muchos que circulan en las calles y avenidas, que han modificado los automotores para colocar luces LED, lo cual afecta la vista de otros conductores que circulan delante de ellos o en vía contraria.
Es lamentable que circulen vehículos que han sido modificados para dañar a otra persona, tal como sucede con los pilotos que compran luces superpotentes, de alta densidad porque provocan 17 hechos de tránsito, en donde incluso las personas y sus acompañantes han perdido la vida.
El uso de estas luces LED en vehículos debería estar prohibido en Guatemala, pero desafortunadamente la Ley de Tránsito no regula este proceder, cuando deberían de imponerse multas por este tipo de modificaciones que ponen en peligro la vida de los demás, porque está obsoleta y ha pasado de moda como dicen los “patojos”.
En muchos lugares donde si se respeta la vida, las luces LED en vehículos están sujetas a regulaciones específicas, debido a preocupaciones sobre la visibilidad y la seguridad en la carretera. En cualquier lugar que viajamos podemos ver cómo los conductores viajan con la batería de luces encendida, cuando su uso debería ser para tramos afectados por la neblina.
Incluso muchos choferes, porque no se les puede llamar pilotos, encienden estas luces en pleno día, cuando no es necesaria la puesta de las mismas. Sin embargo, la autoridad vial no los apercibe y permite que este proceder se haya vuelto algo normal, un mal hábito.
Las luces LED, especialmente las barras y faros externos, pueden causar deslumbramiento y reducir la visibilidad de otros conductores, lo que puede provocar hechos que dejan luto y dolor entre las familias que se ven afectadas.
Además, algunas luces LED pueden acumular residuos celulares en la retina, lo que puede afectar la visión, si se está expuesto por demasiado tiempo, a este tipo de iluminación, por ejemplo en las horas pico donde no nos permite avanzar, porque la circulación de un lugar a otro es lenta y en muchos casos dura dos o más horas.
Lamentablemente en nuestro país la vida no vale nada, en las carreteras podemos observar que entre más moderno y más caro es el vehículo, más es la cantidad de luces que le han sido colocadas, solamente para afectar, sin motivo alguno, a otros ciudadanos.
Lo mismo podemos ver en los automotores del transporte colectivo y pesado, estos últimos llevan incluso luces para encandilar al que viaja detrás de ellos, todo con el fin de dañar la vista de otros viajeros, lo cual nos demuestra que los pilotos con licencia profesional son “choferes”, quienes no cumplen con la responsabilidad de portar un documento tipo “A”.
Las autoridades de tránsito deberían de amarrarse el cinturón y a los que viajen con luces encendidas, que solo busquen dañar la visibilidad de otras personas, les deberían de retener la licencia de conducir, incluso imponer multas porque hay normas que estipulan cómo deben usarse y en qué momentos las luces altas y bajas.
Con este tipo de multas las Policías Municipales de Tránsito se podrían lavar la cara y hacer una labor social que bien podría ser hasta aplaudida, por una gran parte de la población, quienes por el momento los ven como entes prepotentes que solo buscan llenar el presupuesto de las diferentes municipalidades, que ven en la regulación del tránsito como un negocio.
Pero la culpa no la tienen los que han modificado sus vehículos, sino que la autoridad vial que no le pone atención a este tipo de hechos que pasan desapercibidos por los agentes, quienes, podría apostar, que no saben que mensualmente ocurren 17 hechos provocados por el uso de este tipo de iluminación.
Pero qué les va a importar, si ahora quedó en evidencia que para los señores del Congreso de la República la vida vale Q925, porque esa cantidad les dieron a las familias de las personas que perecieron en el hecho de tránsito ocurrido, hace dos semanas, en la Calzada La Paz, zona 6.
Entonces solamente nos queda decir: ¿Y ahora quién podrá defendernos? Porque es obvio que los encargados de velar por la seguridad vial no les interesan y mucho menos les preocupa este tipo de casos, porque están acostumbrados a cobrar un cheque que no se han ganado, ya que son funcionarios que no tienen la sensibilidad social para ocupar un puesto tan importante, donde está de por medio la vida humana.