Los periodistas desempeñamos un papel fundamental en una sociedad, especialmente en contextos donde la corrupción es un problema enraizado en el gobierno. Su actitud y comportamiento son cruciales para garantizar la integridad, la transparencia y la rendición de cuentas porque somos garantes de un Estado de Derecho.
Lo que sí tenemos que tener claro los periodistas es que no somos “intocables”, mientras actuemos con ética y profesionalismo tenemos derechos, estipulados en la Ley de Emisión del Pensamiento, pero también la misma nos impone obligaciones de comportamiento, respeto y sobre todo de no faltar a la dignidad de las personas.
Es inaudito que un comunicador incite al odio, no es nuestra función, no podemos comportarnos de esa manera, porque solamente nos debemos enmarcar en trasladar información. La prensa es formadora de opinión, educamos, informamos, orientamos y entretenemos.
La imparcialidad y la objetividad son dos ingredientes que siempre tiene que tener en mente un periodista, para lograr mantener una actitud imparcial y objetiva, asegurándose de que la información que traslada sea veraz y no esté sesgada. Esto es especialmente importante, cuando se trata de temas de corrupción, donde las opiniones personales no deben influir en la cobertura de los hechos, sobre todo cuando se utiliza el género periodístico llamado “noticia”.
En el momento que no nos apegamos a las reglas que manda la academia, con respecto a los géneros periodísticos, hacemos un trabajo poco profesional. He visto cómo muchos perfiles, surgidos en las redes sociales, hablan de la noticia, pero no se apegan a lo que ordena la academia, entonces al poner adjetivos y puntos de vista lo que menos hacen es lo que conocemos como “noticia”.
Otros de estos “politiqueros” que se dicen hacer periodismo, firman los editoriales, no saben que un editorial es la forma de pensar del medio y cuando hacen un artículo de opinión no ponen el nombre del autor, se esconden en la oscuridad para despotricar y decir lo que se les antoja, escudándose en el periodista.
Es necesario que surja una entidad que regule la forma de escribir, no que censure lo que pensamos. No podemos seguir permitiendo que pongamos apodos en los escritos de prensa, eso no es ético y denigra a una persona. Los “politiqueros” están haciendo de las suyas y están usurpando funciones, eso es un delito.
Para enfrentar a los que se encuentran en el poder y que están acostumbrados a que todos sus actos van acompañados de la corrupción puede ser peligroso y desafiante. Los periodistas deben ser valientes y decididos para investigar y exponer las irregularidades, a pesar de las posibles represalias, pero siempre apegados a la verdad.
La ética periodística es esencial. Un periodista debe adherirse a los principios de honestidad, precisión y responsabilidad en todas sus informaciones. La ética guía las decisiones sobre qué publicar y cómo hacerlo, pero sobre todo respetando a las personas, incluso si son funcionarios de gobierno porque una cosa es su función pública y otra la vida personal.
Informar a la ciudadanía sobre los problemas de corrupción le permite a una sociedad tomar decisiones informadas. Los periodistas deben proporcionar información clara, precisa y accesible para que el público pueda entender la magnitud de los problemas y las posibles soluciones.
Muchas veces, la corrupción afecta de manera desproporcionada a las poblaciones vulnerables. Los periodistas debemos dar voz a estas personas, sacando a la luz sus preocupaciones y experiencias. Tenemos que ser sensibles a los problemas de los demás, muchos dicen que el periodista debe ser una buena persona para hacer periodismo.
Por eso es de suma importancia que se mantenga una relación profesional y respetuosa con todo mundo, esto es realmente esencial. Esto no significa ser complaciente, sino tratar a todos los actores con respeto, incluso cuando se les cuestiona o critica.
Antes de publicar cualquier información, es fundamental verificar los hechos. Un periodista debe ser meticuloso en su investigación para asegurar que la información sea precisa y verificable. No podemos dejarnos llevar de rumores, eso es un error muy grande para el que trabaja en la comunicación.
Pero lo que sí es importante, es mantener la independencia editorial, lo cual es crucial. Los periodistas no deben dejarse influenciar por presiones externas, ya sea del gobierno, de intereses corporativos o de otras partes. Su deber es con la verdad y con el público.
Ser transparentes sobre sus métodos de investigación y sus fuentes, cuando sea posible, ayuda a construir confianza con la audiencia y a garantizar la credibilidad de su trabajo. Los periodistas son los guardianes de la democracia y tienen la responsabilidad de actuar con integridad y ética para contribuir a una sociedad más justa y transparente.