Marco Tulio Trejo

mttrejopaiz@gmail.com

Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Es de suma importancia que los periodistas nos mantengamos unidos y que levantemos la voz para proteger un derecho humano, como lo es la Libertad de Expresión del Pensamiento, porque si se coarta por el poder se violenta la democracia de una Nación.

En años anteriores entre los periodistas teníamos un lema: ¡Soy periodista, no dispare! situación que ha cambiado, ahora no nos matan, pero intentan criminalizarnos con leyes ordinarias que están supeditadas al artículo 35 constitucional, precepto que se ha irrespetado.

Estamos a las puertas de celebrar el “Día del Periodista” y vemos cada vez como funcionarios públicos, tratan de acallar las voces de comunicadores valiosos, quienes hacen su trabajo y que se dedican a informar de una manera profesional a una sociedad, que espera todos los días las noticias que ocurren en nuestra querida Guatemala.

Por eso es que se hace necesario que la prensa sea respetada, porque es fiscalizadora del quehacer público, de esos “politiqueros” que quieren hacer de las suyas y que andan viendo cómo aplicar la “Ley Mordaza” a los reporteros que evidencian el mal actuar de los que ostentan el poder. Esto tiene una finalidad y es evitar que salgan a luz las “mañoserías” de aquellos que cada cuatro años se convierten en los nuevos ricos.

La libertad de prensa y de expresión son derechos humanos esenciales. Su limitación viene a minar los derechos básicos de los ciudadanos a opinar, informar y ser informados. Una democracia se basa en el debate abierto y en el intercambio libre de ideas.

Restringir estas libertades reduce la calidad de la democracia y puede llevar a un gobierno autoritario como los que se viven en varios países latinoamericanos, cuyos gobernantes nos han dejado como uno de los países más corruptos de Latinoamérica.

Sin una prensa libre, la transparencia y la rendición de cuentas se ven comprometidas. Los funcionarios públicos pueden actuar sin el escrutinio necesario, lo que puede fomentar la corrupción y la mala administración. Cuando la libertad de prensa está restringida, es más fácil que se difunda desinformación y propaganda.

Esto puede manipular la opinión pública y distorsionar la realidad como lo tratan de hacer “operadores políticos”, quienes, en los últimos meses, han hecho programas en las diferentes redes sociales, pero con un sesgo o interés avieso para desacreditar a los opositores.

Hemos visto con preocupación cómo periodistas como Diego España y Joel Maldonado, de este diario, han sido “perseguidos” por el accionar de funcionarias públicas que los acusan, de una manera absurda, de hechos sin fundamento legal y lo peor del caso es que una judicatura lo tome como un hecho valedero, sin importar que la Ley de Femicidio y otras formas de violencia contra la mujer es para salvar la vida de una “fémina”, quien podría estar en peligro su integridad personal.

Es momento de recordar que “La libertad no debe ser coartada en función de ningún otro fin”. La libertad es una, pero a la vez múltiple en sus manifestaciones; pertenece a los seres humanos, no al poder, según consta en la Declaración de Chapultepec, México, signada por el Estado Guatemalteco.

La declaración, firmada hace tres décadas en México, fue adoptada por la Conferencia Hemisférica Sobre la Libertad de Expresión celebrada en México, D.F. el 11 de marzo de 1994. Con su firma se abre la posibilidad de hacer de esta declaración una práctica democrática cotidiana, que debe reflejarse en instituciones modernas, que respetan a los ciudadanos; sin distinción alguna.

Con la firma de este documento se garantiza la autonomía, en el libre ejercicio de informar y ser informados, así como en la toma de decisiones para el ejercicio pleno de esos derechos. De no ser así, no sería posible la práctica efectiva de la libertad de expresión.

Los periodistas, como cualquier otro ciudadano, se encuentran amparados por la Constitución Política de la República para ejercer libremente su profesión y por lo tanto no se deben permitir presiones o intimidaciones de ningún sector de la población por la práctica de este derecho humano, mucho menos de parte de actores que conocen el mandato de nuestra Carta Magna.

“Este derecho constitucional no podrá ser restringido por ley o disposición gubernamental alguna, con lo cual se viola los derechos de los comunicadores y/o medios de comunicación”, reza la Carta Magna, razón más valedera, para que todos los periodistas levantemos la voz contra el contubernio existente para desatar una persecución contra periodistas y columnistas de prensa.

Es de resaltar que en el artículo 35, de la mencionada Ley Constitucional, se menciona que “no constituyen delito de calumnia o injuria los ataques a funcionarios o empleados públicos por actos puramente oficiales, en el ejercicio de sus cargos, aun cuando hayan cesado en dichos cargos al momento de hacérseles alguna imputación”. Feliz Día del Periodista para todos mis colegas que trabajan incansablemente para decir la verdad.

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