Como un chiste de mal gusto es el caso del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS- quienes no atienden a los jubilados, pero si tienen Q180 mil mensualmente para dar de comer a los ocho integrantes de la Junta Directiva, quienes tienen a su disposición dos “chef” que les satisfacen los gustos culinarios. Este dato fue corroborado por la Oficina de Acceso a la Información Pública.
Los alimentados son el presidente José Flamenco Jau, representante del Organismo Ejecutivo; primer vicepresidente Manuel de Jesús Archila Cordón, Junta Monetaria del Banco de Guatemala; Segundo vicepresidente Dr. Mario David Cerón Donis, Consejo Superior de la USAC; vocal I Dr. Luis Rodolfo Narciso Chúa, Colegio de Médicos de Guatemala; vocal II Oscar Eduardo Montoya White, sector patronal y vocal III Adolfo Lacs Palomo, sector laboral.
Además, está el secretario José Fernando Sierra Cóbar y secretario adjunto David Arnoldo Reyes Alonzo, quienes se dan una vida de lujo a costillas del dinero de los contribuyentes y al dejar el cargo salen como “los nuevos ricos” por la serie de “negocios” que llegan a hacer, sin pensar que se deben a los afiliados, quienes son “mal atendidos” por una entidad que despilfarra el presupuesto “para dar de comer” a las autoridades.
Por cierto, el vocal III, representante de los trabajadores Adolfo Lacs Palomo, comentan en los pasillos del edificio central del IGSS, es el más asiduo consumidor del menú del chef del seguro social, porque come, los tres tiempos en la institución, pareciera que no da “gasto” en la casa y por eso tiene que ir a comer a la oficina que lo alberga desde hace más de 18 años. Lujo de directivo.
Estoy consciente y hay que reconocer de que el IGSS, fundado en 1944, es una entidad valiosa y que da ayuda a muchos pacientes que lo necesitan, pero como siempre existen los peros, este caso es uno de esos de que lo que haces con una mano, la otra lo borra. Pero tampoco podemos obviar que el seguro social, en las últimas tres décadas, se ha convertido en un “botín político” y una “cueva de ladrones”.
Es importante señalar que las instituciones, por sí mismas no son éticas, sino que son las autoridades las que marcan el camino y transmiten el valor moral para la gestión, pero que las mismas se vulneran en el momento que se cometen arbitrariedades como las mencionadas en los párrafos anteriores y esto se ha convertido en una costumbre en el seno del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social -IGSS-.
Pero no solamente allí quedan los “desmanes”, mientras que el elevador del edificio del Hospital de Accidentes, El Ceibal, zona 4 de Mixco, tiene dos años de estar fuera de servicio, pero los señores de la Junta Directiva se han “recetado la exclusividad” de un ascensor del edificio central, mientras que pacientes y empleados tienen que hacer largas filas para ingresar al área administrativa. Muchos lo que hacen es subir las gradas, para no perder tiempo.
De seguro no solamente estas son las prerrogativas que se han “recetado” estos directivos, hay que escarbar más para abrir la “olla de grillos”, algo que le compete a la mal llamada “Contraloría General de Cuentas”, la cual también ha perdido la “brújula” y ha dejado por un lado la función que le ordena el sistema jurídico del país.
A raíz de mi artículo de la semana pasada, titulado: “A las personas de la tercera edad las ven como “estorbos” en el IGSS”, he recibido más de 50 mensajes de personas que no son atendidas o bien son mal atendidas en los diferentes hospitales de la institución, lo cual es lamentable y esperaría que las autoridades se preocupen en corregir el mal proceder de algunos trabajadores y médicos que ponen en entredicho la imagen institucional de la entidad. Por cierto, muy negativa.
Me han contado casos de fallecimientos, malos tratos, falta de atención, malas prácticas, falta de medicamentos, equipo en mal estado, carencia de equipo, pero sobre todo de la soberbia de muchos médicos que se creen “Dioses”, porque tienen la virtud de entrar a un quirófano donde salvan vidas y eso les permite compararse al ser supremo.
El principal problema en los hospitales de El Ceibal y el de Enfermedades, zona 9, es la falta de una dirección que se preocupe por los usuarios, las decisiones de atender o no atender se ha dejado en un grupo de residentes jóvenes, incluso algunos son estudiantes de la carrera de Medicina, lo cual provoca que la falta de sensibilidad se les trate mal a los jubilados. Pero como diría mi abuela: “si la cabeza anda mal, el esqueleto está peor”.
Para cambiar todos estos escenarios es importante que los integrantes de la Junta Directiva cambien de actitud y sean honestos con ellos mismos, que sepan que están en un cargo importante donde lo más valioso es que están allí para servir y no para servirse, lo cual se mira lejos porque con sus actos se puede analizar qué tipo de personas son y en ningún comentario recibido he tenido un mensaje positivo del trabajo que realiza el IGSS.