Marco Morales

Marco Morales, Director de Water Co. www.water-co.com Ph.D. en ingeniería hidráulica y medio ambiente, MSc. Gestión y Planificación del Agua (UPV, España), especialista en Water Quality Monitoring (JICA, Japón), Gestión económica de recursos naturales y ambiente (UAH, España), Ing. Agr (USAC, Guatemala) Correo: marcomorales@water-co.com | Whatssapp: +502 33258714

post author

Escribo estas líneas mientras el Huracán Beryl, de categoría 4, azota las islas antillanas con vientos superiores a los 220 km/h. Los pronósticos indican que, si continúa en la misma dirección, podría llegar como un huracán de categoría 2 a Belice, al norte de Guatemala y a la península de Yucatán.

Lo que preocupa a los meteorólogos en esta zona del continente es la aparición de un huracán tan potente en esta época del año. Recordemos que la temporada de tormentas y huracanes para Centroamérica va de junio a noviembre cada año.

De acuerdo con un boletín informativo de la Conred, “dicho huracán no representa un peligro directo para Guatemala, pero si su trayectoria prevalece, podría haber un incremento de lluvia”. Si hay un ajuste de la dirección en unos pocos grados hacia el suroeste, podría haber un efecto mucho mayor en el Triángulo Norte de Centroamérica.

Adultos y niños, inundados de información y datos, están al tanto de lo que sucede. Muchas personas comparten noticias y opinan sobre el avance de las tormentas y huracanes en redes sociales y WhatsApp.

La alarma social ante el huracán Beryl se evidencia en innumerables publicaciones. Algunos demandan acciones anticipadas a las autoridades gubernamentales, como habilitar albergues o realizar labores preventivas para proteger infraestructura vial o estratégica. Otros, en la península de Yucatán, realizan compras de pánico en supermercados e incluso marcan sus tinacos de almacenamiento de agua “por si se los lleva el huracán”.

La difusión de información meteorológica por agencias como la NOAA es crucial, pero su interpretación y la respuesta del público varían ampliamente. Aunque existen imágenes sobre la posible trayectoria del huracán, no se puede predecir con exactitud los impactos locales. La escala espacial de los huracanes y tormentas es regional, pero los impactos locales dependen de muchas variables físicas y de organización social que determinan la vulnerabilidad frente a estos fenómenos.

Esta incertidumbre puede conducir a respuestas de pánico, especialmente si no se comunican bien los márgenes de error y las probabilidades. Los pronósticos científicos tienen un margen de error y una probabilidad de ocurrencia que son conceptos complejos de entender y que requieren expertos y mucha sofisticación técnica y científica.

En la era digital, observamos un declive en la confianza en la voz del experto y un aumento en la tendencia de las personas a sacar conclusiones con información limitada. Algunos autores llaman a este fenómeno, como «desintermediación del conocimiento», pues las redes sociales y otras plataformas permiten que cualquier individuo actúe como analista sin la formación necesaria. Este comportamiento subraya la necesidad de más educación ciudadana y responsabilidad mediática.

Por ello, existen sistemas de atención y respuesta a emergencias en diversos países, que inician las “alertas institucionales” en diversos grados para monitorear permanentemente los fenómenos y activar protocolos de acción afinados y con los recursos necesarios.

Para mitigar los efectos de los fenómenos extremos, es esencial una comunicación clara, consistente y basada en evidencia por parte de las autoridades y expertos. Educar a las personas sobre la interpretación de pronósticos meteorológicos y contar con sistemas de prevención y respuesta a emergencias puede ayudar a reducir el pánico y fomentar respuestas más racionales ante situaciones de riesgo.

Artículo anteriorMasacre en Chiapas: seis fallecidos son guatemaltecos; Minex aún no tiene información
Artículo siguiente¿Sabes qué son las prácticas absolutas?