Marco Morales
marcomorales@water-co.com
Millones de personas en el mundo nos vimos sorprendidos el lunes 4/10/2021, aproximadamente a las 9:39 horas, con la caída mundial de WhatsApp, Facebook, Instagram y otras. Sé la hora exacta porque justo estaba negociando un proyecto con una profesional de España amiga mía, para unos trabajos virtuales sobre el agua.
Pienso en lo mucho que ha evolucionado el mundo académico y profesional, con la revolución de las tecnologías de la información y del conocimiento. Nos hemos hecho dependientes en lo personal, lo profesional y lo empresarial de las redes sociales y profesionales para interactuar con nuestros pares y clientes, cerrar ventas, para el marketing digital o comunicar lo que sabemos u opinamos y buscar un poco de trascendencia y legado.
Publiqué en Twitter en tono de broma una fotografía de mi máquina de escribir Remington 11 con la leyenda “calentando motores para no parar labores”. Todos lo vimos, el parón de las redes provocó una intensa histeria colectiva del “fin de los tiempos”.
Esa urgencia colectiva y esa consciencia de cambio drástico y veloz, hace falta en muchos otros temas más fundamentales aún que las redes sociales. Uno de ellos es el agua.
Algunas veces me han preguntado ¿es verdad que se va a acabar el agua? O ¿es verdad que el agua es inagotable porque es un ciclo que no termina? Hay personas que piensan lo uno o lo otro, y, debo decir, ambos extremos tienen un poco de razón en su planteamiento.
Se estima que un 70% del planeta Tierra es agua: el agua salada es la inmensa mayoría (un 97%) y el agua dulce es solamente un 3% del total (más del 69% de esta agua está acumulada en las capas de hielo de los polos de la Antártida al sur y de Groenlandia al norte y otros glaciares). Estas cantidades en general son estables, pero con el derretimiento de las capas de hielo, hay una transformación más acelerada de agua dulce hacia agua salada.
El agua que utilizamos como sociedad, es principalmente agua dulce, que se debe potabilizar para el consumo humano o doméstico, derivar de cuerpos de agua superficiales y subterráneos para usos productivos; y es un agua que está amenazada por pérdida de calidad ante la falta de manejo de aguas residuales y basuras.
El ciclo del agua en la Tierra en su fase atmosférica y terrestre, depende del sol y también de las corrientes globales (oceánicas y atmosféricas) de humedad, viento y temperatura, lo que a su vez se ve influenciado por los efectos del cambio climático. Este ciclo está cambiando los regímenes hídricos y su distribución de cantidades en tiempo y espacio, generando impactos diversos de abundancia o escasez de manera heterogénea por el planeta y al interior de los países.
Los hidrólogos del mundo hemos advertido que ha cambiado drásticamente el régimen hidrológico que se tenía a finales del siglo XX, cuyos ciclos de lluvia y sequía eran más previsibles. El informe del clima 2021 del IPCC, indica que en Centroamérica el cambio en los patrones de lluvia provoca mayor intensidad de fenómenos de inundaciones y sequías.
Debemos invertir más tiempo pensando y actuando en mejoras del agua; ojalá y sea como el tiempo invertido en procrastinar en redes sociales.
Que no se acabe el agua amigos, porque nos morimos.
(Marco Morales, El Doctor del Agua. Guatemala).