@BermejoGt
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Estamos a menos de tres semanas de tener que ejercer nuestro voto y aún existe mucha incertidumbre sobre por quién votar en estas elecciones. El ataque del Ministerio Público al partido Movimiento Semilla por las supuestas firmas falsas en sus afiliaciones, la pugna con el Tribunal Supremo Electoral por no acceder a las órdenes ilegales del Juez Freddy Orellana y el ensañamiento de intereses oscuros diseminando desinformación y campaña negra “nublan” el panorama de la elección. Los ciudadanos ante tanta desinformación, aprecio tienen pocas “luces” de por quién votar o qué consideraciones tener para hacerlo. Planteo mis ideas en esta columna.
- El problema de mayor envergadura en Guatemala es el “alineamiento” del poder y la falta de pesos y contrapesos:
En mi opinión, la característica que define el período presidencia de Alejandro Giammattei es la destrucción de los pesos y contrapesos republicanos y la cooptación del poder público. Contra todo pronóstico, Alejandro Giammattei ha logrado gobernar concentrando de gran manera del poder. Una confluencia de aspectos, como el deseo de múltiples actores (militares, empresariales, mafias gubernamentales, etc.) de librarse de las persecuciones penales de la era CICIG llevaron a que hubiere mutis mientras se tomaba institución por institución bajo control del poder de turno. Así el MP dejó de perseguir criminales de cuello blanco y redes de corrupción como otrora y ahora se dedica a perseguir con saña a periodistas, activistas políticos y, en una tendencia reciente, a partidos políticos y funcionarios “desobedientes”. Las Altas Cortes (Corte Suprema de Justicia y Salas de Apelaciones) no se eligen porque existe contubernio político de mantenerlos, la Corte de Constitucionalidad cayó en manos de partisanos de la alianza oficialista y de partidos que iban a formar parte de la contienda electoral con obvios intereses. La Procuraduría de Derechos Humanos, para disgusto de muchos, bastante activa anteriormente, ahora es una sombra escondida debajo de una piedra. En fin, las instituciones de control republicano, las Cortes y los órganos de control de la actividad estatal, están corrompidos y responden a intereses políticos. Todo esto influye sobre la percepción de corrupción y disfunción de todas las instituciones estatales.
En este mar de contubernio político, la decisión más importante para ejercer el voto, en mi opinión es responderse, ¿qué opciones han sido cómplices de este gobierno? Para identificar lo anterior debe hacerse un análisis de cómo se conformó el Congreso y cómo se hicieron las votaciones. Luego, ¿qué opción puede coadyuvar a romper ese “monolito de poder” que existe? ¿Quién dadas las circunstancias de cómo se conformará el próximo Congreso puede introducir elementos “contrapoder” para llevar al país a la senda de un país con “pesos y contrapesos”? Con los 39 diputados de VAMOS, más los de la UNE, más los de las opciones que fueron parte de la alianza oficialista (Todos, Valor, Unionista, etc.), el Congreso será un lugar hostil para cualquier tipo de gobierno “reformista” y comprometido.
No obstante, de las opciones existentes, una de ellas puede o no influir en la dirección de los negocios públicos con miras a introducir controles democráticos. La elección de funcionarios clave y el manejo de presupuesto dependen en gran medida del Organismo Ejecutivo. Entonces, la decisión después de responder estas preguntas debe conllevar a elegir una opción que no va ser cómplice con el status quo actual. Si vuelven a funcionar los controles republicanos, tal y como están ahora, y con Cortes adversas, aminorarán cualquier intento de hacer cambios drásticos para los que temen que ambas opciones pudieran traer cambios indeseables en las políticas públicas. Lo que importa es que los “pesos y contrapesos” vuelvan a funcionar. Si vuelven a funcionar, el proceso democrático permitirá que exista una mejor “funcionalidad” del Estado, aunque pueda ver “atasco” (“gridlock” en inglés) y que deje de ser lo que se ha convertido actualmente, un “mazo” contra voces críticas y una fuente cuasi-ilimitada de negocios corruptos con dinero público. El hacendoso proceso democrático podría revivirse. Debemos transitar del “Estado patrimonialista” a un Estado que funcione para las mayorías y promueva la prosperidad económica.
- El pasado de los candidatos:
Por otro lado, debe analizarse la hoja de vida y el testimonio de los candidatos. Por un lado, tenemos una Sandra Torres con un pasado cuestionable cuando fue co-gobernante en el período de su ex esposo, Álvaro Colom. Analicemos el pasado de su gobierno, si bien ese gobierno se caracterizó por sus programas sociales, también se caracterizó por un nivel de corrupción galopante. Por otro lado, analicemos cómo ha manejado las bancadas de la UNE a través del tiempo, ¿qué rol han tenido desde el 2008 para acá? Importante apreciarlo. Luego, analicen su trayectoria profesional y personal. ¿Han tenido familias estables? ¿Logros académicos? ¿Tiene claro los problemas del país? ¿Tienen conocimientos del funcionamiento del Estado o tienen más conocimiento del “ejercicio del poder”? ¿Cuál ha sido su postura frente a los desmanes de la dirigencia del Ministerio Público? ¿Ha sido intolerante a la prensa? ¿Ha usado mecanismos legales para detener críticas en su contra? De esa respuesta puede depender ejercer un voto sensato.
- Los planes de gobierno – las necesidades “inmediatas”:
Toca que la población que ejerza ciudadanía y que se impongan de los planes, el de Semilla bastante elaborado y técnico (aunque no libre de críticas) y los planes de la UNE que son más lacónicos en sus propuestas y forma de financiamiento.[1] Como he tratado de exponer en estas líneas, desde mi óptica, rescatar los controles republicanos y los “pesos y contrapesos” republicanos es la tarea más importante que tiene el país. Esa falta de contrapesos hace que grupos marginales y semi-fascistoides, pero con poder político, ejerzan un desmesurado poder en contra del proceso democrático como lo hemos podido apreciar con las acciones de la FECI últimamente. El país debe rescatar su institucionalidad democrática. Por lo anterior es que pongo en tercer lugar los planes de gobierno, los grandes planes de nación se pueden seguir con el engorroso proceso democrático, cansado y agotador a veces por no producir resultados “inmediatos”, pero cuando hay institucionalidad democrática. Guatemala ha venido en una deriva autoritaria que hay que detener. Por eso, propongo que se analicen los planes de gobierno y las propuestas, pero propugnando que los factores 1) y 2) sean preponderantes al meditar el voto.
En esta columna llamo a la gente en no caer en la trampa de la campaña negra y planteo unas consideraciones de índole política para meditar el voto. Lean las propuestas, ponderen los planes y propuestas seriamente, lean, no sólo de oídas voten, consideren bien el pasado de los candidatos y su obra. Pero, sobre todo, ¡vamos a votar en masa!