Luis Fernando Bermejo Quiñónez

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Hace 36 años los filipinos se levantaron en contra del cleptodictador Ferdinand Marcos tras un fraude electoral en las elecciones en las que su contrincante era Corazón Aquino. Se dice que el 25 de febrero de 1986, cuando fue evacuado con ayuda estadounidense, aterrizó en Hawái llevando a bordo 413 piezas de joyería, una estatua de marfil, un collar de diamantes, 24 lingotes de oro, más de 27 millones de pesos filipinos en billetes recién impresos y 15 millones de dólares. En sus 31 años de dictadura se estima que el régimen de Marcos malversó millardos de dólares que a la fecha, a pesar de gestiones para recuperar el dinero mal habido, aún no regresan a las arcas de Filipinas. Muchos recordarán la extravagancia de su esposa Imelda Marcos que era famosa porque los medios reportaban su clóset con miles de zapatos y lujosos atuendos en un país con carencias importantes en la población.

De forma similar, en Brasil Luiz Inácio Lula da Silva quien fue objeto de importantes señalamientos en las investigaciones de Lava Jato, también ha anunciado su candidatura por una coalición de partidos incluyendo el Partido de los Trabajadores. Hay que recordar que Lula tenía alrededor de diez procesos en su contra e inclusive fue condenado por un proceso derivado de dicho caso y sólo recientemente ha sido absuelto por la Corte Suprema de Justicia en 2021 por supuestas pruebas de falta de imparcialidad en las acusaciones.

¿Por qué viene a cuento lo anterior? Bueno me parece importante resaltar estos casos tan particulares porque resulta que esta semana ha sido proclamado ganador de las elecciones presidenciales en Filipinas el hijo del ex dictador de Filipinas, Ferdinand “Bongbong” Marcos Jr. En el caso de Marcos es inverosímil que el pueblo lo haya electo con el legado de su padre y con la carga de cuestionamientos que tiene toda su familia que de una u otra forma han tenido carreras políticas. En particular, por ejemplo, se dice que la familia Marcos tiene deudas con el fisco por impuestos sucesorios que ascienden a $3 millardos y, además, recientemente su mamá Imelda fue condenada a decenas de años de prisión por un caso de corrupción. En el caso de Brasil se vaticina en sondeos que en las elecciones de octubre, Lula da Silva va resultar vencedor en contra de Jair Bolsonaro. Nuevamente es bastante peculiar que luego de los escándalos que salpicaron a Petrobras y a todo el Partido de los Trabajadores por el caso Lava Jato, el pueblo brasileño pueda decantarse por Lula en elecciones próximas.

En primer lugar, tengo que aclarar que no soy de los que piensan que los hijos deben cargar con los pecados de sus padres, cada quien es responsable de sus actos bajo la extensión de la ley. No obstante, dada su importante implicación y participación política con el régimen de su padre como gobernador de Ilocos Norte y además del uso y goce de los bienes que se dicen fueron objeto de expolio durante el régimen, puede argüirse, como mínimo, que Ferdinand Marcos Jr. le son reprochables algunos de los cuestionamientos del clan familiar. En el caso de Lula se puede decir que aunque por motivos técnicos fueron anuladas sus condenas, para todos fue evidente que en el régimen del PT en Brasil había corrupción rampante e institucionalizada desde los más altos escalafones del mismo.

La reflexión que quiero plantear es que en una democracia para que funcione adecuadamente debe existir una conciencia ciudadana de que debe elegirse para los puestos a gente idónea y proba. La población debe tener una educación adecuada para demandar las políticas programáticas de los partidos políticos y entenderlas. La exigencia ciudadana debe ser el motor del actuar del Estado por medio de políticas públicas. En contrapartida, también la política debe ser revalorizada y debe ser una opción viable para personas honorables que quieran poner su intelecto y talento a favor de un servicio que mejorará la vida de la población, no como una trampa en la que no hay que meterse o como un medio de enriquecimiento personal.

Nuestro sistema actual y, en cierta medida por la impunidad rampante que existe, está diseñado para que el pícaro triunfe, para que oportunistas de siempre vengan a decir que viene algo “nuevo”. Ya se oyen estos cánticos de cara a las próximas elecciones, pero si miramos muchas de las opciones que se avizoran, no son sólo más que los Lula de Brasil o candidatos que son el equivalente al miembro de nuestra familia “Marcos” local, con pasados oscuros, de corrupción, de violencia y cómplices de la situación actual del país. A la población llamo para que comiencen a calibrar su “visión” y comiencen analizar a los posibles candidatos, no cometamos los errores de Filipinas o de tanto otro país y fijémonos en una visión integral de las cualidades de los candidatos, su pasado, su presente y que prometen para el futuro.

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