Luis Fernando Bermejo Quiñónez

@BermejoGt

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Por: Lic. Luis Fernando Bermejo Quiñónez
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Últimamente ha dado mucho que comentar la noticia sobre la “Trama Rusa”, es decir, la noticia que empresarios rusos con inversiones mineras en el país están interesados en una fracción de terreno en el Puerto Santo Tomás para desarrollarlo como una terminal de exportación de minerales como el níquel. El asunto no sería de mayor transcendencia si no fuera porque se arguye en las notas periodísticas que los empresarios interesados en el negocio aparentemente hicieron un soborno en efectivo al Presidente Giammattei. Adicionalmente, los detalles de la pretendida inversión y los mecanismos y lo ofrecido a cambio de la inversión también levantan sospechas de no ser tan ventajosa para el país.

Después de leer las noticias, me acordé de un estudio que me compartió un amigo elaborado por Álvaro Cuervo-Cazurra publicado en 2006 en el Journal of International Business Studies en el cual estudiaba si la adopción de estándares fuertes anticorrupción en un país, y en particular la adopción de la Convención de la OCDE para Combatir el Cohecho de Servidores Públicos Extranjeros en Transacciones Comerciales Internacionales, tenía alguna incidencia en la cantidad y composición de la inversión extranjera directa en un país. El estudio hace una revisión de la literatura existente y plantea una metodología particular para concluir que la inversión extranjera directa disminuye cuando un país tiene altos índices de corrupción, pero en particular, disminuye de los países con altos estándares anti-soborno (ejemplificados por los países signatarios de la Convención de la OCDE y otros parámetros) y se incrementa de países con bajos estándares antisoborno y con altos índices de corrupción.

El estudio tiene detalles e información valiosa ya que analiza que los ejecutivos de países con altos estándares anti-soborno tienen, por lo general, menores incentivos para entrar en negociaciones ilícitas por las sanciones y controles y el monitoreo que se hace país por país, que en países que no los tienen o sus controles son laxos. El autor Cuervo- Cazurra sostiene en el estudio que en los países donde la corrupción como método de negocio es “común” tienden a tener mayor “experiencia” en el manejo de estructuras para sobornar funcionarios públicos, y además, incluso alteran sus patrones de inversión para invertir más precisamente en países con altos niveles de corrupción porque así reducen sus costos de hacer negocios y extraen, por los pagos efectuados, mejores condiciones que si los tuvieran que obtener lícitamente. Básicamente a la conclusión que se puede arribar es que los ejecutivos de empresas con altos índices de corrupción prefieren hacer negocios en países donde tienen la posibilidad de hacer negocios fácilmente por la manipulación del orden legal a través de sobornos para extraer mejores condiciones o mayores concesiones del gobierno que si éste último no tuviera el “incentivo” de la “mordida” pagada.

Las conclusiones del estudio del autor Cuervo-Cazurra tienen mucha relevancia para esta coyuntura, pero principalmente para la política de atracción de inversiones. Asumiendo por un momento que los hechos denunciados en la “Trama Rusa” sean ciertos, las conclusiones del autor referido pareciera se confirman porque Rusia es un país en el puesto 129 (de 180) en el Índice de Percepción de Corrupción y Guatemala ocupa el puesto 146. Adicionalmente, asumiendo nuevamente que son ciertas, las condiciones de la negociación propuestas que han sido reportadas pareciera que son lesivas a los intereses de la nación, confirmando la premisa que la corrupción no eleva la inversión extranjera de “calidad” sino la que trae menos réditos para el país por el “conflicto de interés” inherente que de por sí motiva el ofrecimiento de sobornos.

No obstante lo anterior, me parece que las lecciones más importantes de este asunto es que PRONACOM y las agencias involucradas en atracción de inversiones deberían, en interés del país, tener estándares claros de una política de atracción de inversiones hacia países que tengan bajos índices de corrupción y estrictos controles sobre ella porque, en primer lugar, generalmente son los países más prósperos y con multinacionales de primer nivel exitosas que además tienen incentivos grandes para no inmiscuirse en sobornos por los altos controles de cumplimiento que tienen (por cotizar en bolsas de valores) y, en segundo lugar, porque con ello, se asegurarán mejores términos de intercambio y de inversión que si los esfuerzos se encaminan indiscriminadamente incluso a empresarios inescrupulosos que no buscan el bien del país. Guatemala está en una encrucijada importante donde puede explotar el movimiento para el “nearshoring” a EE. UU. que está ocurriendo, pero si quiere atraer esas posibles inversiones tendrá que dar señales que no es un país hundido en la corrupción y las instituciones cooptadas que es lo que proyecta actualmente.

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