Como dirían los patojos “se están haciendo los locos”. Están dejando que la cosa vaya pasando. Ya terminaron las sesiones ordinarias. Otros meses más hasta que se vuelva a instalar el pleno. ¡Qué bueno! ¿Cuánto significa eso en dinero extra? ¡Hacé las cuentas! Por lo mismo les viene bien que se genere todo este humo, mucho de ello de utilería, de set cinematográfico, para distraer la atención de la ciudadanía: que la unificación del CUI y el NIT; que la soberanía nacional, la que nunca ha estado en riesgo por cuanto siempre prevalece la Constitución pues si hay una norma que dé prevalencia a los tratados internacionales (artículo 46), dicha norma la contiene la referida Constitución. Al respecto del aumento van varios comentarios:
Justificación del aumento. Afirman algunos diputados, que con el aumento se quitarán las motivaciones de robar o de hacer negocios indebidos, me parece un argumento deleznable y contradictorio. Me recuerda al emperador Moctezuma quien al saber que esos blancos barbudos que desde el oriente bajaron de los barcos querían oro, les mandó canastos llenos del preciado metal. Supuestamente ello iba a calmar al capitán Cortés y tomarían el camino de regreso. Qué va. Ver tanto oro reunido solamente acicateó la ambición del extremeño y lo motivó a seguir adelante. ¡Quieren oro, Tlatuani! Lo que están diciendo es, que para algunos diputados es el brillante oro, la ambición, la codicia, lo que motiva su actuación, más allá de los intereses nacionales por los cuales se propusieron como diputados. Varios diputados son empresarios o terratenientes muy solventes; no necesitan ese aumento. Otros no; llegaron al Congreso como una oportunidad de llenar alforjas y lo quieren explotar al máximo. ¿Qué ha pasado con la distribución geográfica de obras? ¿Con los sobrecitos que, en una ocasión, grabó el diputado Aldo Dávila?
Conocimiento previo de los salarios. La mayoría de los diputados desplegaron agotadoras campañas. Uffff. Se presentaron como los futuros salvadores del país. Honradez, austeridad, combate a la corrupción, etc. fueron los mantras que repetían en los mítines en los parques centrales de los pueblos del Altiplano y del Oriente. Ciertamente eran agotadoras jornadas. Pero “se sacrificaban” por la patria y suspiraban por llegar a ocupar una curul, por el bien del país. Ciertamente, cada uno de ellos sabía perfectamente cuánto devenga un diputado. ¿Cómo no lo iban a saber? Todos lo aceptaban como un elemento más del puesto y ninguno, ninguno, adelantó que, en su plan de trabajo que iban a incrementar dicho salario.
Ética. Un principio jurídico y ético establece que ninguna autoridad se puede beneficiar con sus propias resoluciones. Es inmoral. Si los diputados consideraban propicio el aumento debieron acordarlo, pero para que aplicara en la próxima legislatura.
Magistrados. Otro argumento es la equiparación con el salario de los magistrados de salas. ¿Por qué de salas? ¿Por qué no de los magistrados de la CSJ? O de la CC. ¿Acaso se ven de menos que ellos? En todo caso, para ser magistrado se necesita mucha preparación y, sobre todo, abandonar cualquier otra actividad profesional que les genere ingresos. Se deben dedicar de lleno al servicio de la justicia. En cambio, los diputados no abandonan sus actividades lucrativas. Algunos de ellos son exitosos empresarios, finqueros, profesionales, etc. Pueden seguir.
Pero hay dos aspectos que quiero resaltar, especialmente:
Rompimiento del esquema constitucional. El andamiaje constitucional que sostiene nuestra República se basa en el diseño que condensaron Montesquieu y Tocqueville. El balance de los tres poderes y la supremacía, “primus inter pares”, del Parlamento. El poder radica en el pueblo (152 CPRG) que lo delega en sus representantes. Los diputados son entonces nuestros representantes o mandatarios. Un mandatario gestiona en beneficio de los intereses de sus mandantes (sus jefes) y siempre, siempre, atendiendo a sus instrucciones. No se trata de “nombrar” a los representantes (vía elección) y que, una vez investidos, hagan lo que “les de la gana”. No. Ellos representan la voz del pueblo que, por razones obvias, no se puede congregar en un foro para hacer valer sus decisiones. Los guatemaltecos hemos delegado en 160 diputados que claramente han escuchado el clamor popular contra el grotesco aumento de salarios. Ni una sola voz de ese pueblo se ha pronunciado en favor del aumento. Ni una sola voz. Ni una. Por lo mismo, esa conexión entre mandantes (pueblo) y mandatario, que es esencial para la democracia, está completamente resquebrajado. No escuchan. En un rompimiento del espíritu institucional y democrático.
Gran relevo en las próximas elecciones. Ojalá recapaciten los diputados, pero en caso de no hacerlo, el pueblo tendrá su desquite. No con manifestaciones y bloqueos. No. Lo hará en las próximas y muy cercanas elecciones. Para entonces las redes sociales compartirán circularán la información de los diputados que han votado en favor del aumento, y sobre todo, de los que barajan las cartas. En todo caso circularán profusamente las listas por parte de asociaciones civiles, internautas, medios, pero, sobre todo, por los mismos competidores políticos porque esa lucha por obtener una curul sí que va a estar reñida, con esos salarios…. Por lo mismo habrá una gran rotación de diputados, mucho más del 60% de las últimas elecciones. Que acumulen “su cuchubalito” con el aumento, pues se acabará la feria.
Partidos nuevos. Se anuncian 40 expedientes de partidos nuevos. Upssss. ¿Hay acaso tantas ideologías diferentes? Esos partidos se van a beneficiar con lo que arriba indico, pues el pueblo querrá castigar, votando por partido nuevo, diferente (que al final, resulta la misma catadura, son otros cien pesos). El viejo truquito de los caciques, de colocarse en los primeros lugares de los listados, no va a funcionar porque la ciudadanía buscará “otros colores” para su sufragio.