Honorable señor Secretario:
Trataré de ser breve. No porque pretenda que usted va a leer esta nota. ¡Qué va! Con esa su agenda tan apretada y, encima, director en funciones de USAID. La leerá, con suerte, alguno de sus asesores, aunque usted la podría leer siendo que habla y lee el castellano perfectamente. Claro, con cierto acento cubano. ¡Viva Cuba libre! Su familia fue parte de la migración cubana que llegó al sur de la Florida y vigorizó por completo su economía. Bien por ello. Una migración que se dio desde los tiempos de Fulgencio Batista y se volcó cuando llegaron los barbudos, como una plaga de Egipto dispuestos a destruir la preciosa Perla de las Antillas. Misma plaga que se extendió a otros países del área y que amenaza con oscurecer los límpidos cielos de mi querida Guatemala.
Es obvio que escribo con ocasión de su visita por la región y que, este día martes 4, será en mi país; al respecto tengo los siguientes comentarios:
Corrupción. El mayor problema que sufrimos los guatemaltecos es la rampante corrupción que pareciera estar enquistada en todas las estructuras públicas. Desde la época de la colonia ya la mayoría de los presidentes de audiencia, peninsulares, lucraban con las prebendas y poderes públicos. Pero hablemos de nuestro actual “periodo constitucional” que dio inicio en 1985. Desde entonces muchos diputados han vendido sus votos: ¡Corruptos!; casi todos los alcaldes han “sacado raja” de las obras municipales, las licencias de urbanización y de locales comerciales: ¡Corruptos!; muchos directores de oficinas administrativas que entran pobretones salen millonarios: ¡Corruptos! Son pocos los ministros de Estado que se hayan destacado por su honradez y eficiencia y, al contrario, son muchos los que sacaron provecho de los contratos públicos (carreteras u obras civiles), medicinas, concesiones mineras, manejos de fondos previsionales, compraventa de maquinaria y equipos, autorizaciones gubernamentales, etc. ¡Corruptos! Y la ola pestilente baja en cascada; “si los de arriba roban ¿por qué no lo voy a hacer yo?” De esa cuenta, la burocracia estatal es asfixiante e inoperante. Ahora bien ¿cómo combatir a los corruptos? No creo que con las lecturas de la santa Biblia. No. Los corruptos ya nacieron torciditos como aquel árbol que siempre va a estar inclinado. La corrupción se combate de dos formas que están entrelazadas: a) disuasión con leyes severas y b) castigo efectivo. Sistema judicial funcional.
China y Singapur. Pongo de ejemplo a esos dos países. El primero, el gran dragón que está empezando a lanzar fuego de su temible hocico. China se autodefine como “un país comunista”, sistema que coarta la libertad de acción, oxígeno del progreso, pero ha ido tomando algunas dosis de capitalismo que de alguna manera ha incrustado en su totalitarismo y ausencia completa de democracia. Los chinos son trabajadores y se acomodan al autoritarismo. Cierto es. Pero la clave del increíble progreso del país asiático es su combate frontal a la corrupción la que castigan hasta con pena de muerte. ¡Upsss! Ojo, igual castigo imponen a los narcotraficantes. Malditas drogas, diabólico fentanilo. Aunque drásticas medidas, les ha funcionado. El sistema judicial es efectivo para combatir, tanto la corrupción como las drogas.
Por su parte Singapur, una pequeña isla pantanosa se ha colado entre las grandes economías mundiales en base a un sistema judicial inalterable. Recordará usted el caso de un adolescente estadounidense que fue sentenciado en 1994 a 6 latigazos por violar ley contra vandalismo. Hasta el propio Clinton intervino por una permuta de la pena, pero los jueces dijeron “no”, la ley es pareja para todos.
Sistema de Justicia. Desde siempre, pero en especial desde 2010 la justicia en Guatemala ha sido instrumentalizada. De manera innoble se ha usado como una herramienta más en la batalla entre sectores de “izquierda y derecha”. Un enfrentamiento que sólo va mutando. Necesitamos jueces imparciales, que no estén sometidos a ningún tipo de presión, ni siquiera de tipo operativo (los jueces se confirman cada 5 años y los magistrados son electos por el Congreso, también, cada 5 años). Por lo mismo evitan ser “incómodos” con los que detentan temporalmente los diputados. Complacientes, pues. Todos los habitantes sufrimos y percibimos la corrupción, pero son contados con los dedos los casos de comparecencia judicial de los perpetuadores.
Bernardo Arévalo. Acaba de cumplir un año en la presidencia. Un sector de la población considera que, en su elección, hubo fraude. La mayoría no cree que lo hubo. Yo tampoco lo creo, ni percibo esa inquietud en la población (como es la corrupción y la violencia) a pesar de que no comparto las recetas socialistas, populistas con unto demagógico. Pero así es la democracia. Por eso no exijo su renuncia, pero sí exijo que “se ponga las pilas”. Que se materialicen sus ofertas electorales. No me voy al extremo de un constituyente que le recetó dieta “para bajar esa panza” y que “se levantara antes de las once de la mañana” (A. Faillace). Todos los guatemaltecos queremos ver un gobierno activo, vigoroso, ordenado para beneficio de la mayoría de la población.
Oenegés. En Guatemala hay miles de oenegés y por lo mismo tienen muy diferentes propósitos y comportamientos. Habrá algunas que promueven divisionismo y enfrentamientos entre guatemaltecos; esgrimen consignas antidemocráticas y respaldan acciones ilegales (bloqueos). Lamentable. Es evidente que tienen financiamiento. Igualmente, otras que impulsan agendas de género, aborto y diversidad sexual. No estoy de acuerdo con ello. Pero también hay algunas que ayudan a combatir la desnutrición infantil, la salud comunitaria, microcréditos, educación infantil, etc. Mucho gasto superfluo y despilfarro. Cierto es. Pero habrá que distinguir entre el trigo y la paja y la cizaña. Claro, Estados Unidos no es la nodriza del mundo ni tiene porque echarse al hombro las cargas de las enormes carencias de nuestras poblaciones. Todo eso lo podríamos hacer nosotros si tuviéramos un sistema de justicia eficaz al que se sujetaran todos los políticos y gobernantes. Que promoviera el desarrollo general. Un vecino repite: “el dinero alcanza si nadie se lo roba”.
Migración. Se me olvidaba resaltar que, si tuviéramos un sistema de justicia objetivo y confiable habría más trabajo, más iniciativas, más inversión, mejores salarios, tendríamos menos descontentos buscando los atajos hacia el Norte. Repito, EE. UU. es un país amigo y solidario (razón original de la ayuda humanitaria al exterior) pero no tiene que ser la nodriza ni el “Capitán América” de los demás estados fracasados.
Por lo demás, le deseo honorable Secretario de Estado, una buena estadía en mi país y que sean positivos los resultados de su gestión en defensa de los intereses que representa.