Decanos. Cada facultad de derecho tiene su decano. Casi todas las universidades del país tienen facultad de derecho; mas no todas, la Galileo, por ejemplo, no la tiene. Tal vez la instale en el futuro. Se rumorea que nuevas universidades han sido autorizadas por el Consejo —. (Se menciona la universidad Juan José Arévalo, ignoro la veracidad de dicho comunicado). Por lo tanto, al día de hoy hay 12 facultades de derecho, por lo tanto 12 decanos. La Constitución establece que el número de comisionados va a depender del número de decanos en una distribución tripartita (12 x 3 = 36, más el presidente que viene de los rectores): 12 decanos, entonces doce magistrados de salas, 12 del Colegio de Abogados y, aquí viene lo interesante, 12 magistrados de la CSJ. Si se adicionan 2 (o más) facultades de derecho habrá un nudo constitucional porque magistrados de la CSJ solo hay 13. ¿Quién podrá defendernos? Ahora bien los decanos, o al menos la mayoría, se mantienen muy ocupados. Obvio. Son como los gerentes generales. Tienen a su cargo todo el desarrollo de los programas de derecho de su respectiva alma mater. Algunos, con reducido número de estudiantes, pero otras con cientos y miles de alumnos. En otras palabras, los decanos no son vagos, desocupados. No viene al caso sustraerlos de la dirección de su facultad por largos 4 meses o más. Imagine que en una empresa, el director general se ausente por 4 meses. Por cierto que las respectivas universidades le pagan sus honorarios o salarios, pero por sus labores en la academia, no por sus funciones de comisionado. Aquí algo no encaja. O, desde otro punto de vista, los decanos trabajan “gratis” (ad honorem) en su función de comisionados algo que contraría el precepto constitucional que no puede haber trabajo o labor sin remuneración.
Los decanos de corte académico no tienen ningún interés en la política; no les interesan los “pactos” ni las recomendaciones hacia algunos candidatos. No. Otros, por el contrario responden a los movimientos tras bambalinas al punto que, según se comenta, han creado universidades “de cartulina” con tal de meter a un comisionado (el decano). En todo caso, las comisiones constituyen una labor muy importante pero tediosa, repetitiva, que los decanos del primer grupo preferirían evitar (ello no es posible por el mandato constitucional).
Magistrados de salas (escogen CSJ). Los cerca de 150 magistrados regulares y activos, ya escogieron en asamblea a los 12 comisionados que habrán de representarlos en la selección de los candidatos a la CSJ. Algún día se enamoraron de la justicia y el derecho; unos más que otros. Por lo mismo su principal motivación y parámetro de conducta debe ser lo que más convenga al Organismo Judicial: calificar a los mejores postulantes (de ese universo de más de 500 expedientes). Pero, después de esa aspiración por la justicia hay otras motivaciones y la que sigue es de tipo laboral. Muchos de los actuales magistrados han venido ejerciendo como tales desde hace 2, 3 o más períodos de 5 años. Andarán por los 50 o 60 años. Para ellos, “la calle” no es una opción. No van a abrir, o reabrir, oficina y competir con el alud de nuevos abogados que anualmente se gradúan. Por lo mismo tienen como prioridad permanecer, otros 5 años, como magistrados. Es, en este contexto, que para algunos, “su voto” puede ser “moneda de cambio”. Algunos, aunque pocos, de los magistrados de salas querrán participar en la CSJ. Y aquí vienen las combinaciones: “yo voto por determinadas listas o personas pero a cambio quiero que algunos comisionados de la otra comisión (la de la CSJ) votan por mí”.
Pero la mayoría de los magistrados “se conforman” con continuar los próximos 5 años y orientarán su voto conforme la opción que garantice el voto favorable de la otra comisión. En todo caso no perderán la ocasión de hacer ver (y el día de mañana, recordárselos) que ellos intercedieron por determinado candidato a la CSJ. Siempre es bueno tenerlos cerca por aquello de las formaciones de las salas: ¿a dónde me van a colocar? Es que quiero quedarme en la capital o bien prefiero la Sala de Quetzaltenango.
Cabe decir que, al participar de las comisiones, dejan sobre su escritorio los expedientes que estaban analizando. Un pequeño atraso para las apelaciones.
Magistrados de la CSJ (escogen salas). Integran la comisión el pleno de magistrados a excepción del presidente (alguien tiene que cuidar la tienda). Como arriba indico, el problema va a darse cuando haya 15 o más facultades de derecho, pero eso lo veremos en el futuro próximo. Al igual que los magistrados de arriba, suspenden sus funciones regulares en sus vocalías en tanto participan en las comisiones. Pequeños retrasos en los amparos y casaciones. La mayoría de estos magistrados quisiera reelegirse en la CSJ, pero ya se ha demostrado que es muy difícil. De hecho no se conoce ningún caso. Pero muchos, al terminar el periodo en la CSJ (en este caso de solo 11 meses), querrán regresar a la sala en la que estaban. Se van de la Suprema, pero continúan en una sala. La función de esta comisión es mucho más ardua que la de salas. Allá verán unos 500 expedientes, aquí unos 1,500. Más allá de la aspiración de justicia y el amor a la patria, algunos magistrados favorecerán el voto que asegure, a su vez, un voto para su continuidad como magistrado de sala. Cabe señalar que existe mucha solidaridad entre los compañeros magistrados de sala. Son colegas en doble sentido y de esa manera consolidan los preceptos de la “carrera judicial” que, en la ley no se ha podido plasmar.
Abogados elegidos por el CANG. (Continuará).