Con ocasión de la reciente partida del gran capitán, Jorge Roldán Popol, se habilitó un espacio en el programa radial dirigido por Luis Felipe Valenzuela. Se invitó a los oyentes a recordar jugadores relevantes de los últimos tiempos, pero haciendo énfasis en sus motes o apodos al estilo del “Grillo Roldán”. Y así se abrió un extenso cartapacio que comprendía un despliegue de casi todas las ramas del reino animal. Marinos: el Pescado Ruiz, el Camarón Arriaza, Tiburón Gómez; felinos: Gato Estrada, Pantera Gamboa, León (así se llamaba) Ugarte; caninos: Lobito Melgar, Coyote Acevedo; otras especies: Conejo Sánchez, Mapache Hurtarte, entre otros. En ese abanico zoológico ha habido sapos, arañas, monos.
Otros apodos respondían a características personales como: Tanque Ramírez, Tanque Pezzarossi, el Muñecón Piccininni, Colocho Bolaños, Morocho Anderson, Pando Ramírez, Cochita Godoy, Chula Gómez, Escopeta Recinos, Mediacuta Mendoza, Pingo Masella, Bati Torres, Ronco Wellman, Clavito Godoy. Para algunos jugadores se han relacionado locaciones geográficas como Pinula Contreras, Guastatoya González, Salamá, Cuilapa. Otros apodos son más elaborados como Culiche Espinoza, Chacatay Gómez, Pin Plata, Bocha Sangzoni. Y, claro está, también hemos tenido sangre azul como el Rey Tambasco.
En esos tiempos recientes había proximidad, familiaridad, con los jugadores. Todos memorizamos las alineaciones básicas de los equipos y no había mucha rotación de plantillas. Los conocíamos y aplaudíamos, se llenaban los estadios, especialmente el, ahora, Doroteo Guamuch; lucíamos los uniformes y pegábamos calcomanías; todo ello a pesar de las limitaciones que había entonces. Apenas se anunciaban en los periódicos y revistas deportivas; poca cobertura televisiva y menos, obviamente, no existían las absorbentes redes sociales que inundan toda la información. Aún así estábamos muy pendientes del campeonato nacional y sus variables: quién era el líder goleador; cuál era el portero menos vencido; etc. Pero los escenarios se han deslizado en los últimos tiempos. Es obvio que han surgido muchos competidores al fútbol nacional. El fútbol español para empezar; luego la Premier; el Calcio. La liga mexicana y la MLS. Y, claro está, la Champions. En el contexto mismo de deportes aparecen en pantalla el beisbol estadounidense, la MLB, el básquetbol de la NBA. La National Football League que cada vez. Es claro que nuestro fútbol ha perdido protagonismo. Es mucha la competencia por captar la atención y no ha mejorado la calidad del producto. Y saliendo del deporte la amenaza son los Netflix, Disney, HBO, etc. Repito, mucha competencia.
El fútbol es un deporte. Cierto es. Pero también es un negocio o, al menos, debe mantener un equilibrio financiero para mantener las plantillas (que incluye salarios bien generosos). Pero hay algo más, el fútbol es un promotor del deporte, de la actividad física de los jóvenes. Mens sana in corpore sano. Un disuasivo de la vagancia y las pandillas. Fomentemos el deporte y, entre ellos, el más popular en el país. En todo caso es un incentivo, una esperanza para muchos patojos que sueñan con jugar en el Barcelona, el Man City o al menos en algún equipo de la MLS. Bien por esa esperanza motivadora. Aún hay más: el deporte es una dinámica unificadora de la nacionalidad. Es integrador el hecho de que compita Cobán con Iztapa, Marquense contra Xinabajul, los Superchivos (campeones) con Malacatán, etc. En la rivalidad hay un rasgo de pertenencia.
Ojalá que la reciente participación de la selección traiga frescas brisas que oxigenen nuestro fútbol. Que se abran más oportunidades a los jóvenes y, sobre todo, al jugador nacional. Reducir los listados de colombianos, panameños, mexicanos, hondureños, uruguayos, etc. Bien por ellos pero que quede más espacio para jugadores nativos. Ya demostraron que pueden ser buenos en cualquier cancha. Bien por la conducción de Luis Tena que ha transmitido una personalidad diferente al equipo de todos.