“La evidencia científica es inequívoca: el cambio climático es una amenaza para el bienestar humano y la salud del planeta. Cualquier retraso en una acción concertada global nos hará perder la ventana de oportunidad que todavía tenemos.” Edwin Castellanos
La semana pasada se llevó a cabo el III Congreso Interamericano de Cambio Climático. Organizado por la Asociación Guatemalteca de Ingeniería Sanitaria y Ambiental (AGISA) capítulo guatemalteco de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria (AIDIS) ambas instituciones con una larga trayectoria de trabajo en este campo. El acápite del Dr. Edwin Castellanos, viceministro de cambio climático en el MARN, fue tomado de una de las diapositivas de su respectiva presentación reiterando que la evidencia científica inequívocamente demuestra que el cambio climático de origen antropogénico, es una seria amenaza tanto para el bienestar de la población como para la salud planetaria –y esto último es particularmente importante porque como lo ha comprobado ampliamente la teoría de James Lovelock nuestro planeta es una entidad orgánica con vida propia (tal y como fue considerada siempre por los pueblos originarios en su cosmovisión, la Madre Tierra)– y por ello es fundamental actuar con celeridad para aprovechar la “ventana de oportunidad” todavía existente.
El Dr. Castellanos se refirió en su intervención al hecho que los conocimientos de los expertos climatólogos que integran el panel internacional de cambio climático (el IPCC por sus siglas en inglés) así como las resoluciones de las conferencias de las partes del Protocolo de Kioto (COP, especialmente los Acuerdos de París en la COP21) –deberían “informar” a los gobiernos, en todos sus niveles, para poner en marcha las políticas apropiadas a fin de mitigar o contribuir a la adaptación respecto a los impactos negativos del calentamiento global, provocados por el incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) principalmente el dióxido de carbono y el metano. El aumento de las tales emisiones ha dejado a nuestra región expuesta, vulnerable y fuertemente impactada por el cambio climático, situación que se complica si consideramos que el crecimiento demográfico, la desigualdad social, la deforestación y la pobreza agravan tal vulnerabilidad. Las fenómenos climáticos de calor extremo, sequías, tormentas tropicales e inundaciones son cada vez más frecuentes y no hay duda que los humanos (la nueva época geológica que ha sido llamada del Antropoceno) se encuentra en el origen de la crisis climática, aunque también es crucial percatarse que se trata de una problemática estrechamente vinculada con el sistema económico –las icónicas gráficas de la “gran aceleración” de la postguerra en los años 50 así lo demuestran– más que con la acción de la humanidad en términos genéricos.
En el caso particular de nuestro país el aumento de la temperatura repercute en cambios en los patrones de las temporadas de lluvia anual los cuales tienen una marcada tendencia a disminuir. Podemos citar el ejemplo dado en la presentación del Dr. Castellanos: en mayo del año pasado se registró la temperatura promedio más alta en los registros históricos de la capital siendo el mes más seco de la última década. Además, incremento del índice de aridez previsto para los años 2050 y 2070 en las gráficas cartográficas correspondientes indica que Petén será afectado particularmente en la reserva de la biosfera maya, que hasta ahora mantiene una cobertura forestal gracias precisamente al hecho de ser una reserva ecológica, pero también la costa sur comenzará a tener zonas áridas y, por supuesto, el fenómeno ampliará el corredor seco ya existente. En resumen, la disponibilidad de agua disminuirá debido a las altas temperaturas, la erosión en las zonas costeras, la acidificación de los océanos, así como a la severidad y frecuencia de las sequías algo que habrá de tener repercusiones en la disminución de la producción de alimentos, pues tanto a escala agropecuaria como marítima (la pesca) la seguridad alimentaria se reducirá.
Por si lo anterior fuera poco, otra gráfica ilustró con claridad como los incendios del año pasado en el volcán de Agua estuvieron en el origen de los terribles deslaves que, descendiendo por dos vertientes volcánicas (los zanjones del “polvorín” y “la palina”) provocaron tanto el movimiento de masa como el hundimiento gigante de los kilómetros 44 y 45 de la autopista Palín-Escuintla, que tuvo graves consecuencias no solo por la crisis del transporte que provocó sino porque, como recordaremos, el recién instalado gobierno del presidente Arévalo no tenía a su alcance los medios para que el Ministerio de Comunicaciones reparase con celeridad lo ocurrido.
Esto nos indica que, para prevenir los impactos observados hasta ahora y esperados en el futuro próximo debido al cambio climático, se requiere construir con estándares más estrictos, al igual que de políticas públicas que permitan un mejor manejo del agua tales como medidas de alerta temprana, de almacenamiento de agua para combatir las sequías por medio de riego así como de asistencia técnica, seguros y créditos para la economía campesina. Para ello también se necesita legislar para ordenar un mejor aprovechamiento de los recursos hídricos. Hace cuarenta años que la Constitución ordenó al Congreso promulgar una ley del agua que, en tanto que bien de dominio público, permita obtener resiliencia ante el cambio climático mediante un proceso de desarrollo que – para ser sostenible – debe lograr la inclusión de una población rural que ha sido excluida (y que por eso mismo es la más vulnerable) articulando la dinámica social tanto con los ecosistemas naturales como con la gestión económica del sector privado por medio de políticas públicas del agua que sean apropiadas.
Otra importante cuestión mencionada consiste en el hecho que, para actuar de manera consecuente con la necesidad de reducir las emisiones GEI –cuyos promedios de la última década (2010-2019) son los más altos de la historia humana– es urgente iniciar un proceso de descarbonización tanto del planeta entero como de nuestro país en particular, mediante el incremento de la energía proveniente de fuentes renovables, reforestación, manejo de suelos y procesos de captura y almacenamiento de carbono todo lo cual requiere inversión en el fortalecimiento de la investigación interdisciplinaria –con un enfoque metodológico transdisciplinario agregamos por nuestra parte– a fin de abordar el cambio climático con “plataformas de intercambio de conocimiento” que deberían incluir –y esto lo es algo fundamental desde nuestro punto de vista– el conocimiento propio de los pueblos originarios, la ecología de saberes como la llama Boaventura de Sousa Santos.
La otra intervención que deseamos destacar en este primer artículo sobre el Congreso es la de Jaime Carrera, viceministro del Agua en el MARN, quien se refirió a los 4 desafíos vinculados con la gestión del agua: fortalecer la coordinación interinstitucional; mejorar la coordinación intersectorial; desarrollar herramientas para planificar y administrar mejor la gestión de los recursos hídricos en el contexto del cambio climático así como generar la información estratégica para su gestión integral.
Por ejemplo, a pesar de que Guatemala tiene una alta disponibilidad de agua por unidad de área encontrándose en primer lugar respecto a otras regiones del mundo, si analizamos lo que sucede con el agua disponible por persona debido su posición disminuye hasta un sexto lugar como resultado del cambio climático, con fenómenos tales como la variación en el inicio de la temporada de lluvias, menos días de lluvia junto al incremento de lluvias intensas y tormentas tropicales o huracanes, con una reducción hacia el escenario del año 2080 de las precipitaciones promedio hasta en un 15% y 30%, canículas más largas y desaparición de lluvia bimodal. Si a todo ello le agregamos la problemática que representa el hecho que hasta un 30% del PIB de Guatemala está directamente vinculado al agua como insumo, mientras las competencias vinculadas al agua están atomizadas en más de 20 instituciones de diversa tipo con vacios legales y zonas grises en cuanto a las competencias y responsabilidades dichas instituciones, nos podemos imaginar las dificultades que se confrontan pero esto lo veremos en nuestro próximo artículo.