Luis Alberto Padilla

Doctorado en ciencias sociales en la Universidad de Paris (Sorbona). Profesor en la Facultad de Derecho y en la Escuela de Ciencia Política de la Universidad de San Carlos. Es diplomático de carrera y ha sido embajador en Naciones Unidas (Ginebra y Viena), La Haya, Moscú y Santiago de Chile

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La semana pasada terminó la cumbre de los BRICS en Kazán, Rusia. Con casi todos los países de la ASEAN (la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático en la que se encuentran Vietnam, Malasia, Indonesia o Tailandia) además de potencias como Turquía e Irán, por mencionar algunos de los nuevos países asociados al “bloque” (y ponemos entre comillas el término porque ellos mismos han insistido en hacer ver que este grupo multilateral no supone enfrentamiento u oposición a ningún otro “bloque” de países como sucede con aquellos que conforman la OTAN, y menos aún se trata de una potencial alianza con propósitos militares, ya que su finalidad es de cooperación y comercio). En consecuencia,  es del caso inferir que la reunión fue exitosa y no solo para el país anfitrión sino también para los seis países que originalmente no solo conformaron el grupo (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) sino que le dieron el nombre presentándolo en el escenario internacional, más que como “alternativa” a bloques como el G7 o el G20,  como una forma de consolidar el reordenamiento multipolar que claramente caracteriza las relaciones internacionales contemporáneas.  

Sin embargo, en relación a América Latina es también evidente que el veto de Brasil al ingreso de países como Venezuela o Nicaragua (aunque sí fueron aceptados Cuba y Bolivia) no fue visto con buenos ojos por Moscú. El propio presidente Putin lo admitió en conferencia de prensa, agregando que – al menos en el caso de Venezuela – Rusia aceptaba el triunfo electoral y la legitimidad del gobierno instalado en Caracas al mismo tiempo que hacía votos porque las diferencias entre los presidentes Lula y Maduro fuesen pronto resueltas. No deseamos reiterar aquí los análisis que hemos hecho en anteriores artículos en los cuales hemos coincidido con las posiciones de académicos como el francés Emmanuel Todd acerca de las diferencias existentes entre aquellas democracias que pueden calificarse como “autoritarias” y otras – como las propias democracias liberales de los países occidentales – que en la medida que sus gobernantes han perdido legitimidad (dada la ausencia de una democracia participativa) no solo han abierto las puertas a la extrema derecha autoritaria (neonazis o neofascistas) sino que se han venido transformando en regímenes “oligárquico-liberales” algo que ocurre en los mismos Estados Unidos en donde el poder del llamado ”deep state” – el complejo militar industrial – es incuestionable.  

De manera que lo más sabio en materia de política internacional parece ser la posición de países como China, de absoluta no injerencia o “neutralidad” frente a la naturaleza de los regímenes políticos de cada país. Algo que otros distinguidos académicos – como el profesor de la Universidad de Chicago John Mearsheimer – también creen que debería ser la guía de la política exterior, sobre todo si nos atenemos al clásico “equilibrio de poderes” descartando las ideologías que promueven  “cambios de régimen”, como suelen hacer los llamados “liberales” en Estados Unidos. En todo caso, y tomando en cuenta que lo acordado en la cumbre fue que en lo sucesivo se harían invitaciones a integrarse a los BRICS en condición de país socio, es de esperar Colombia, Chile o México sean considerados como potenciales adherentes. Nuestra propia subregión centroamericana, por razones obvias dados los difíciles equilibrios que deben guardarse respecto a Washington, lamentable y seguramente, lo más probable es que permaneceremos al margen.   

Por su importancia, nos referimos a continuación algunas de las conclusiones de la Declaración de Kazán en materia de fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo y una seguridad globales justos. Además de reiterar la importancia de mejorar la solidaridad y la cooperación sobre la base de “intereses mutuos y prioridades clave” los BRICS aseguran que seguirán fortaleciendo la “asociación estratégica” del bloque se comprometen a fortalecer la cooperación “bajo los tres pilares de la cooperación política y de seguridad, económica y financiera, cultural y entre pueblos, y a mejorar nuestra asociación estratégica en beneficio de nuestros pueblos mediante la promoción de la paz, un orden internacional más representativo y justo, un sistema multilateral revigorizado y reformado, el desarrollo sostenible y el crecimiento inclusivo”. Nos parece fundamental aquí la referencia tanto al desarrollo sostenible como a un crecimiento inclusivo que, si lo interpretamos correctamente, debe ser visto como lo opuesto al crecimiento no inclusivo que solo favorece – desde políticas neoliberales como las del mal llamado “consenso de Washington – el enriquecimiento de las oligarquías. 

La presencia del Secretario General de Naciones Unidas en la cumbre debe ponerse de relieve como algo fundamental, dado que contribuyó decisivamente a que en la Declaración final se afirmara que los BRICS “..teniendo presente la necesidad de adaptar la actual arquitectura de las relaciones internacionales para reflejar mejor las realidades contemporáneas, reafirmamos nuestro compromiso con el multilateralismo y la defensa del derecho internacional, incluidos los Propósitos y Principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas (ONU) como su piedra angular indispensable, y el papel central de las Naciones Unidas en el sistema internacional, en el que los Estados soberanos cooperan para mantener la paz y la seguridad internacionales, promover el desarrollo sostenible, garantizar la promoción y protección de la democracia, los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos, así como la cooperación basada en la solidaridad, el respeto mutuo, la justicia y la igualdad”. También la Declaración  destaca “…la urgente necesidad de lograr una representación geográfica equitativa e inclusiva en la composición del personal de la Secretaría de las Naciones Unidas”.  

Por cierto, en relación a la Agenda 2030 (tan denostada por la extrema derecha en todas partes) la Declaración dice que debe apoyar una movilización global contra el cambio climático. En el marco de la “histórica” deesperando que la cumbre del G2O – que se llevará a cabo en Brasil bajo presidencia brasileña – coordine las posiciones de los BRICS para “mejorar la inclusión e integrar las prioridades del Sur Global en su agenda. Se reitera también “el respeto de los objetivos, principios y disposiciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), su Protocolo de Kyoto y su Acuerdo de París, incluidos sus principios de equidad y responsabilidades comunes pero diferenciadas y capacidades respectivas (CBDR-RC) a la luz de las diferentes circunstancias nacionales”. Las medidas unilaterales introducidas con el pretexto de preocupaciones climáticas y ambientales son  condenadas y la Declaración reitera el compromiso de los BRICS  para mejorar la coordinación en este terreno “fortaleciendo” la cooperación en toda una gama de soluciones y tecnologías que contribuyan a la reducción y eliminación de los gases de efecto invernadero (GEI)” al mismo tiempo que se toma nota “del papel de los sumideros de carbono en la absorción de GEI para la mitigación del cambio climático”.

Finalmente, deseamos destacar que como previsto, la Declaración sostiene que se acoge con satisfacción “el enfoque del Mecanismo de Cooperación Interbancaria (ICM) de los BRICS en facilitar y expandir prácticas y enfoques financieros innovadores para proyectos y programas, incluida la búsqueda de mecanismos aceptables de financiamiento en monedas locales” además de referirse a lo que le tocará llevar a cabo al Nuevo Banco de Desarrollo que deberá jugar un papel de gran importancia en el financiamiento de proyectos de desarrollo sostenible. 

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