Entre las muchas formas de populismo que adoptan los políticos sobresale la constante invocación a Dios al presentarse como los elegidos del Señor para gobernar a los pueblos, razón por la que no solo reparten bendiciones a diestra y siniestra sino hasta terminan manoseando su nombre en ese afán por identificarse con el Salvador.
Pocos son los que se escapan de esa nueva tónica del mensaje electoral, aunque hay algunos que muestran a las claras aquello que San Juan Pablo II, en su visita a Guatemala, llamó claramente “divorcio entre fe y vida”, porque sus formas, vicios y procedimientos no tienen nada que ver con la religión que dicen profesar.
Nos imaginamos que esos que hablan todo el tiempo de Dios y dicen que están cumpliendo su voluntad suponen que con ese palabrerío llegan a creer que atrás de sus campañas, con más peso e importancia que cualquier estratega y el dinero del narcotráfico, está el mismo Ser Supremo que moverá cielo y tierra para que puedan llegar (o en algunos casos volver) a disfrutar las mieles del poder.
Y cuando acarrean a la gente a los mítines, suponen que son enviados divinos que llegan a respaldarlos porque se han tragado toda la patraña religiosa que está en tantas de las campañas políticas.
Entonces, es tiempo de preguntarnos por qué pasan cosas como ese nuevo derrumbe del Libramiento de Chimaltenango puesto que, si es cierto que Dios está atrás de la misma política, debemos entender cuál es el mensaje que está enviando a los electores guatemaltecos cuando los exponentes de quienes hicieron esa obra hasta hablan de “dos políticos y un camino”.
¿Será que Dios quiere que todo mundo entienda que ese camino bloqueado por un derrumbe es lo que representan exactamente a esos dos políticos que tapizan el país con su propaganda? ¿Por qué dispuso Dios tamaño derrumbe en plena Semana Santa, afectando a muchos miles de personas que transitan por Chimaltenango con ese espectacular tapón en la vía, justamente cuando los Morales habían escogido ese eslogan de 2 políticos un camino?
Dirán ellos que las casualidades existen y que no puede verse la mano de Dios en esa estruendosa muestra de una obra que debió ser construida de manera distinta y que se suma a los negocios en obras públicas que tanto sirven para pactar en el Congreso entre políticos y particulares.
A lo mejor si es cierto que Dios está muy interesado en Guatemala, tanto como para mostrar de manera categórica su rechazo al manoseo que de su nombre hacen tantos políticos que así pretenden darse baños de una pureza que no existe, por mucho que digan ¡Bendiciones!