Foto: La Hora/Captura de pantalla

Las redes sociales muestran frecuentemente acciones violentas realizadas por agentes de la autoridad, algunas de las cuales pueden considerarse como reactivas y otras simplemente como agresivas. Pero en todo caso hay que recordar que cualquier uso de fuerza tiene que ser racionalmente proporcional, necesario y precavido y que se debe evitar toda forma de exceso que implique abuso o desahogo capaz de provocar daño exagerado. El problema que generalmente existe en estos casos es la existencia de un fenómeno de protección de las más altas autoridades hacia quienes proceden en el empleo de la fuerza, eliminando con ello los posibles mecanismos de control y prevención para lograr que no ocurran abusos.

Una persona señalada de estar bajo efectos de alguna droga, cosa que debe ser corroborada, puede ser agresiva y grosera con la autoridad, pero si no está armada, dos agentes lo pueden someter al orden sin necesidad de usar fuerza brutal, como aconteció en el caso de los agentes de la Policía Municipal en una de las estaciones del Transmetro. Y menos aún ese gesto de patear al individuo cuando ya lo tenían en el suelo y estaba totalmente sometido, lo que demuestra, por lo menos, un desahogo desproporcional que pudo poner en riesgo la vida del ciudadano.

Entendemos que no es fácil controlar las reacciones cuando hay situaciones que desatan la ira, pero la fuerza pública tiene que ser entrenada para actuar de manera mesurada en cualquier circunstancia, ateniéndose a esos principios de proporcionalidad, necesidad y precaución para evitar daños irreparables que sean producto de una respuesta hepática. Hay países e instituciones en donde los agentes del orden que son más violentos son premiados, situación que estimula, en el resto, la tendencia a ese tipo de reacciones. Si en una manifestación se abusa de la fuerza, algunas altas autoridades aplauden porque sienten que con ello están enviando un mensaje disuasivo a la población, pero en realidad lo que se hace es comprometer seriamente los derechos humanos.

En el caso de la estación de Transmetro la explicación inicial de las autoridades hace especial énfasis en la supuesta condición del sujeto agredido como elemento para justificar, o al menos entender, el uso de la fuerza. Pero hace falta una real investigación porque no se puede aplaudir a agentes que se ensañan pateando en el piso a una persona que ya no está reaccionando. Sabemos que hay condiciones en las que es necesario el uso proporcional de la fuerza, pero no creemos que un malentendido espíritu de cuerpo sea la clave para analizar los casos.

Redacción La Hora

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