El presidente Alejandro Giammattei durante su mensaje navideño. Foto: La Hora/Captura de pantalla

Aproximándonos al fin del 2022 es bueno hacer siquiera un somero repaso de lo que estos doce meses han significado para los guatemaltecos, tratando de evaluar qué se ha hecho bien y qué tanto nos queda como asignatura pendiente para el 2023 que, además, es año electoral en el que se pondrá a prueba no solo el civismo chapín sino al TSE. Si nos atenemos al mensaje presidencial de fin de año, estamos terminando doce meses de logros que rondan por la cabeza de Giammattei y sus allegados, pero el incremento de la migración nos hace pensar que para el ciudadano común la cosa no es tan alentadora.

No digamos lo que piensa el guatemalteco que tiene que desplazarse por las carreteras del país, puesto que la vista que tiene es tan diferente a la que puede tener Giammattei desde un cómodo helicóptero que se plantea una de las más serias contradicciones con el discurso presidencial de fin de año. Y ese tema nos lleva a considerar otro de fondo, puesto que la pésima condición de nuestra infraestructura es consecuencia de la corrupción que está desatada y que, por supuesto, no es ni será investigada por el Ministerio Público.

Para muchos ciudadanos el país ha retrocedido demasiado a lo largo de estos tres últimos años, no solo por la pandemia que hizo estragos, sino especialmente por la pésima y corrupta conducción de los asuntos públicos, lo que deja consecuencias graves en aspectos tan importantes como la educación (que va como el cangrejo), la salud y la seguridad ciudadana. Todos esos aspectos inciden en esa constante caravana de migrantes que se van a pesar de los cacareados “muros de prosperidad” de los que hablan en el gobierno.

Teóricamente, estamos a las puertas de la posibilidad de enderezar el rumbo del país porque se vienen elecciones generales en las que tendremos que escoger a nuestras autoridades, pero dados los vicios de nuestro sistema político, las opciones realmente no lo son porque se trata de más de lo mismo.
No hay ninguna propuesta que esté hablando de los temas de fondo, de la necesaria reestructuración del sistema porque, al fin de cuentas, tal y como está resulta atractivo y rentable para los que quieren seguir la fiesta y saben que al pueblo se le engaña con boberías.

De último dejamos el tema del estado de derecho porque es el más grave y visible con la prolongación de funciones de magistrados electos para apañar la corrupción y siguen en su puesto porque son útiles a las mafias.

Un sucinto relato de las carencias nos confirma lo mucho que hay por hacer.

Redacción La Hora

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