Más allá de las fuertes multas que se están anunciando para los conductores que sean sorprendidos en estado de ebriedad, es importante reflexionar sobre la estrecha relación que hay entre los accidentes de tránsito que se multiplican en esta época de convivios o festejos y el consumo de licor que significa un enorme riesgo para la vida de quien bebe y de muchos inocentes. Es positivo que existan sanciones firmes contra quienes se embriagan y manejan porque, además de la violación a las leyes de tránsito, exponen a mucha gente y corren riesgo de muerte ellos mismos, pero aparte del ingreso que eso pueda representar para las autoridades por concepto de multas, lo fundamental es proteger vidas.
Para lograr el objetivo de un mayor control vial si se justifican operativos que puedan realizar las policías de tránsito a efecto de verificar la sobriedad de los conductores, lo cual se vuelve mucho más relevante en horas de la tarde y noche, cuando la gente va saliendo de los festejos propios de la época. Lamentablemente, las PMT se han convertido en cobradores de multas no notificadas y que aparecen sorpresivamente a los automovilistas, cuando su principal función debiera ser exactamente la de prevención de tragedias mediante la práctica de eficientes controles.
La multa es un buen disuasivo, sobre todo cuando la misma se aplica cumpliendo con las formalidades de ley y se notifica inmediatamente al conductor de la sanción que le corresponde por manejar rebasando el límite permitido de alcohol en la sangre. Pero para aplicarla tiene que haber interés en montar los operativos, esos que ahora consumen toda la jornada de los agentes para cobrar multas que nunca fueron notificadas, en lugares adecuados para detectar esta clase de excesos.
Como todo en la vida, la responsabilidad individual es el factor más importante en la prevención. Puede haber toda clase de acciones de la autoridad, correctas o simplemente torpes, pero lo que salvará vidas en la conciencia que todos tengamos de que no se puede conducir cuando se ha bebido y que es mil veces preferible pedir ayuda que tomar el volante. Hay suficientes medios modernos de transporte, además de la posibilidad de pedir a alguien que no esté bebido que conduzca; y simplemente usando alguno de esos mecanismos estaremos salvando vidas y contribuyendo a la seguridad vial.
Una sanción que hace falta implementar es la del retiro definitivo de la licencia de conducir para aquellos que bebidos causen un accidente o de quienes son recurrentes en la falta. A grandes males grandes remedios y eso aplica para esto.