La entrada a Guatemala por la vía aérea ofrece al visitante un pueblerino espectáculo con el desorden que se forma en la calle para recibir a los viajeros. La Terminal Aérea La Aurora no es la octava maravilla del mundo y su diseño deja mucho que desear, pero aún quienes con tan poco criterio técnico la hicieron, pensaron en habilitar dos espaciosas calles para que pudieran circular los vehículos de quienes llegan a recoger a los viajeros con su equipaje. Pero, por alguna absurda idea, desde el mero principio, una de esas dos vías, la más cercana al edificio, se mantiene cerrada y es prácticamente una vía peatonal para que allí se aglomere la gente, tanto viajeros como quienes los reciben.
La otra vía, la del lado izquierdo, es un verdadero caos porque teniendo tres carriles, dos son ocupados permanentemente por autos estacionados y el otro se atora con los vehículos que buscan un espacio para detenerse a cargar las maletas, haciendo realmente difícil la tarea de llegar al área. En el acceso hay dos carriles, uno para quienes llegan a dejar pasajeros y otro para quienes llegan a recogerlos, pero en las horas pico de arribo de aviones, el primero es ocupado abusivamente por personas que, al mejor estilo chapín, se meten a puro tubo afectando a quienes respetando indicaciones vienen haciendo larga y tediosa cola.
Si las autoridades de la terminal aeroportuaria pensaran en lo que se ganaría si se habilitan las dos pistas para que, como ocurre en otros lugares del mundo, los autos puedan recoger pasajeros en cuatro puntos en vez de apretar a todos en dos, la situación cambiaría radicalmente. Por supuesto que la solución parece fácil y lógica, lo que hace más difícil entender la misteriosa razón por la que esa vía permanece cerrada al tránsito de vehículos, desperdiciándola por completo.
Y descuidos como ese se repiten en toda la administración pública porque no se busca solución para nada. Simplemente, nuestros más altos dirigentes dan el ejemplo de que lo único que interesa en el país es la coima, el soborno y el trinquete, propagando un ejemplo pernicioso que alcanza aún a los empleados menores, véase, en el mismo aeropuerto, el comportamiento de la inútil Policía Municipal de Tránsito que se limita a hacer gala de su ya reconocida y grosera prepotencia, en vez de proponer soluciones inteligentes que ayuden al público, a esos usuarios que viven un real calvario para recoger a un pasajero en La Aurora, deteriorada fachada del país.