Un grupo de agentes de la PNC resguarda el Congreso de la República en un día marcado por las lluvias y las reflexiones sobre la situación en la que se encuentra el país. Foto La Hora/José Orozco

Septiembre ha sido, históricamente, uno de los meses más lluviosos del invierno y el actual no ha sido la excepción. Horas antes de celebrar los 201 años de la fecha en que fue firmada el Acta de Independencia, que no se tradujo en verdadera soberanía y libertad, vemos un horizonte gris que nos debe recordar no solo nuestro pasado, sino advertirnos sobre nuestro futuro porque el mismo también se ve opaco, poco estimulante. Día y realidad propicios para dar rienda suelta a la mente y reflexionar sobre esta triste situación y el futuro que se vislumbra.

Y es que no se puede ver nada brillante y promisorio cuando el país se desmorona y se llena de hoyos provocados por la mala gestión pública, ausencia de planificación y exceso de corrupción. No disponemos de verdaderas políticas públicas para impulsar desarrollo y combatir flagelos como la pobreza y la desnutrición, porque todo gira alrededor del soborno o la coima y lo que no produce esa ganancia ilícita nunca aparecerá en el radar de las autoridades.

Pero no conformes con el saqueo inmisericorde del erario quieren acrecentar más su poder y control sobre la sociedad, insistiendo en leyes represivas para legitimar el uso de la fuerza y usando el aparato de la justicia para castigar o amenazar a los que se oponen a este perverso sistema. Y avanzan con paso tan firme como es de firme la indiferencia de una ciudadanía que, así como no jugó ningún papel hace dos siglos en esa “declaración de independencia”, tampoco ahora mueve un dedo a pesar de lo que cada día se confirman las sucias acciones de políticos y sus socios.

Decimos que el día gris invita a la introspección para reflexionar, porque es imperativo entender que no vamos a ningún lado y que estamos permitiendo la consolidación de una terrible dictadura, más nefasta y perversa que las anteriores, porque gira alrededor de los afanes de corrupción e impunidad. No es la megalomanía de un tirano, sino el acuerdo entre aquellos que se han unido para enriquecerse a costillas de una población que agacha la cabeza, que se resigna y no chista ni siquiera cuando ve que hasta los casos en los que se probó la corrupción caen uno a uno por la cooptación de la justicia.

Todos, en este inicio del tercer siglo desde esa farsa llamada independencia, los sindicados van saliendo de la cárcel porque ni el MP ni los jueces quieren ver pruebas y porque la ciudadanía ya se resignó ante esa realidad. Y así no puede haber feliz día de la Independencia.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorUn país por la vida y la familia
Artículo siguienteAbogado de Cristina Fernández cree que hay grupo organizado detrás de ataque