Durante la era democrática 10 presidentes han tenido a su cargo el organismo Ejecutivo, uno de los poderes del Estado con gran relevancia. Foto La Hora/AFP

No debe sorprender el resultado de la encuesta de CID-Gallup sobre la importancia de la Democracia como sistema político, realizada en el continente americano, y que deja a Guatemala en el último lugar porque apenas 39 por ciento de los encuestados expresó que la misma es “preferible a cualquier otra forma de gobierno”. Y decimos que no sorprende porque la cacareada democracia que se anunció con la Constitución en 1985 se empezó a prostituir al nacer, no solo por la cooptación que de la clase política hace el financiamiento electoral, sino por la corrupción que ha sido el eje sistémico.

Son 37 años en los que se empezó con aquella recomendación de la tía de Vinicio Cerezo que le aconsejó “no robar mucho”, hasta llegar al período actual en el que la práctica se ha vuelto “robarse todo”. Cada uno de los gobiernos “democráticos” ha sido peor que el otro porque la clase política acuñó la ambición económica como la inspiración para participar en las contiendas electorales y cada día que ha pasado se perfecciona el saqueo, al punto de que el país carece de infraestructura, educación, salud, seguridad y todo aquello que puede ayudar a brindar oportunidades a la población.

¿Cómo puede un guatemalteco sensato apreciar esa forma de “democracia”? El resultado es abrumador y se ve en la cantidad de compatriotas que entienden que aquí no hay futuro y deciden irse a partir el alma, pero ganando algo justo para mantener a sus familias, engordando esa cifra de migrantes que son testimonio de las dificultades cotidianas del chapín que, contra lo que algunos piensan, no es pobre por haragán o dejado, sino porque no se le abre ningún espacio.

Es cierto que nuestra sangre de horchata, esa que hizo aguantar tranquilamente a los Carrera, Barrios, Estrada Cabrera, Ubico y los regímenes militares del 70 al 85, es parte de una idiosincrasia penosa, pero es que han sido tan pocos los momentos de desarrollo que le debemos a la real democracia que no se puede esperar que el pueblo los grabe en la memoria.

Parte de la apuesta de los enemigos de la democracia es mantener al pueblo ignorante para que sea incapaz de reclamar algunos derechos y aquí la receta se ha aplicado con todo éxito. Si democracia de la que se habla es la creada en 1985 y que nos regaló a los Cerezo, Serrano, De León Carpio, Arzú, Portillo, Berger, Colom, Pérez, Morales y Giammattei, ¿cómo se le puede pedir a los guatemaltecos que crean que eso es “preferible a cualquier otra forma de gobierno”?

Redacción La Hora

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