En la fotografía el secretario de Comunicación Social de la Presidencia, Kevin López. Foto: La Hora/AGN

El ministro de propaganda de los Nazis, Joseph Goebbels, actuaba de acuerdo a su elemental principio, en el sentido de que hay que mentir y mentir hasta que la mentira parezca verdad.

Guardando enormes distancias, porque obviamente carecen del talento que no se le puede negar a Goebbels, los voceros del gobierno en Guatemala creen que basta con decir cualquier patraña y repetirla una y otra vez para que la gente se la crea, sin tomarse la molestia de siquiera analizar cómo es que el propagandista nazi podría alcanzar su objetivo.

No era de agarrar un micrófono y, como decimos en buen chapín, ponerse a hablar babosadas sino bien elucubradas exposiciones que al menos tenían algunos visos de verdad.

Y a falta de ese talento, lo que vemos son burdas manifestaciones que no pueden engañar a nadie porque simple y sencillamente se cree que la clave está en mentir repetida y torpemente porque el pueblo ignorante todo se lo va a tragar. El ejemplo del atentado contra el Presidente es ilustrativo porque insisten en el hecho, sin que exista ningún elemento que al menos deje duda en la opinión pública, no digamos que haga creer que realmente hubo un ataque deliberado contra la vida del mandatario.

México ya negó oficialmente lo que de ellos se dijo en Guatemala, respecto a capturas y cooperación en el caso, y la actividad presidencial se realizó con toda normalidad, lo cual hubiera sido insensato de existir realmente alguna sospecha de que algún comando criminal estaba en la región tratando de matar al Presidente de la República. Todos los protocolos de seguridad indican que en situaciones de esa naturaleza lo primero que se debe hacer es evacuar al posible objetivo de los criminales, pero ni Giammattei ni su comitiva, que incluye a tanto diputado y hasta a algunos con vínculos con organizaciones que levantan grandes sospechas, se quedó tranquilamente.

Y eso es apenas un botón de muestra, pero cualquiera que se interese por medir el comportamiento de las autoridades en cuanto a la mentira, lo único que tiene que hacer es buscar cada una de las declaraciones para ver que es una práctica absolutamente común y característica de ellos. Es penoso que un pueblo no pueda tener ninguna credibilidad en lo que dicen sus autoridades, pero eso es la consecuencia directa de mentir una y otra vez, de manera no sólo descarada sino, lo peor de todo, tan burda como para que la tesis de Goebbels no tenga ningún efecto.

Minutero
Entender la propaganda
está fuera del alcance
de un tontito que siempre anda
todo fuera de balance

Redacción La Hora

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