El presidente Alejandro Giammattei viajó hasta Ucrania para reunirse con su homólogo Volodímir Zelenski y visitar ese país. Foto La Hora/Presidencia

Es totalmente cierto que no se puede quedar bien con Dios y con el diablo y eso le está pasando ahora a Giammattei quien se metió solito a un enredo que no le traerá ningún beneficio porque ahora su relación con las dos grandes potencias está terriblemente dañada. Lejos quedaron los días en que, a cambio de mucha plata, Rusia era algo así como el chinchín del gobernante guatemalteco porque le facilitaron el sucio negocio de las vacunas, hecho con una entidad pública rusa, y pactó en el tema minero con inversionistas de ese país.

Y aunque Estados Unidos mostró agrado por la visita a Ucrania, eso no detiene el esfuerzo que vienen haciendo para detener las acciones de corrupción y antidemocráticas. Cada día están más cerca del mero centro del gobierno las pesquisas, situación que no ha de variar ni siquiera por lo que ellos consideraron como genial jugada para quedar bien con Washington yendo a Ucrania.

Los rusos, sin ningún pudor diplomático, se burlan de la visita diciendo que Giammattei es un “pequeño Estado centroamericano”, como dando a entender que nuestra voz no suena para el concierto de las grandes potencias y que la fachendosa visita no tendrá ningún efecto. Ni siquiera en el deseo manifiesto de Giammattei de aplacar un poco a Estados Unidos en sus acciones contra la cooptación de la justicia, el abandono de la población que genera migración, y la rampante corrupción que carcome a nuestro país.

La desesperación es mala consejera y resulta que el gobierno de Guatemala tiene informaciones de que la inclusión de ciertos empresarios en la lista Engel es un claro mensaje de que tienen evidencias concretas de los negocios que ellos hacen con quien de verdad manda en el país y de cómo es que se opera. Al escuchar pasos de un animal tan grande, decidieron la intempestiva visita a Ucrania que molestó tanto a los rusos como para olvidar los pactos hechos con Giammattei (vacunas y minería) y dar ese despectivo trato a Guatemala.

Lo único que da tranquilidad a Giammattei y a su jefe es la patética indiferencia de la población guatemalteca que ve todo sin inmutarse en lo más mínimo. Acaso porque ya nos hemos acostumbrado a que así es el poder y porque no tenemos noción de la dignidad ciudadana, esa que apenas ocasionalmente se ha mostrado, como en 1920 y 1944. El único factor favorable del que disponen, por desgracia, es la sangre de horchata que tenemos los guatemaltecos que aun viendo la tempestad ni siquiera nos persignamos.

Redacción La Hora

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