La publicación de la revista Nature, que explica algunas de las causas del patético resultado de la vacunación en Guatemala, lo que nos dejó a la cola del continente americano, termina siendo un retrato de nuestra realidad en términos de discriminación y olvido de ese importante sector de la población que son los indígenas.
Y es que la vacunación finalmente no es sino el reflejo de la forma en que se les trata en general, ignorando sus necesidades y sin capacidad del Estado para comunicarse con tantos habitantes que siguen hablando en sus propios idiomas, realidad que se vio claramente reflejada en el pensamiento de Giammattei quien dijo a una publicación afín a sus pensamientos arcaicos que Estados Unidos y USAID están tratando de implantar una agenda indigenista, situación que para él es parte de una conspiración porque el sistema está y ha estado muy bien ignorando su existencia.
La misma revista explica que el caso de Guatemala, aunque extremo, se ve también en otros países, incluyendo Estados Unidos en donde la población de color fue también la menos inmunizada por la misma ausencia de políticas para comunicarse con ellos, dejando que las teorías de conspiración, lamentablemente propagadas por muchos que se dicen líderes religiosos, fueran un factor adverso para impedir que se llegara siquiera cerca de una inmunidad de rebaño.
Quizá uno de los aspectos menos valorados pero más importantes de los acuerdos de paz fue colocar el tema indígena en el meollo de la problemática nacional demandando una política inclusiva y respetuosa de sus idiomas, costumbres, valores y tradiciones. Pero ya sabemos que la firma de la paz se quedó en eso, en una firma, puesto que los compromisos nunca se cumplieron porque abundan las mentalidades como las de Giammattei que ven como subversiva cualquier política orientada a implementar acciones a favor de la población indígena y que siguen pensando, como a principios del siglo pasado, que todo debe orientarse a la ladinización que llegó a considerarse como una forma de “culturizar” a quienes la clase dominante veía como ignorantes e improductivos.
En otras palabras, la vacunación simplemente reflejó lo que ha sido históricamente la postura oficial frente a los indígenas. Igual como les ignora el sistema de justicia o menosprecia el sistema de educación, en el campo de la salud no existe ninguna política de comunicación efectiva que sirva para salvar vidas, pero todo ello es resultado de la existencia de un sentimiento de superioridad de los sectores que influyen y deciden en la vida de los guatemaltecos.