Ayer se supo de un nuevo audio de Giammattei arremetiendo contra el gobierno de Biden al que, según dice, envió una carta de protesta por el trato que él recibe de funcionarios del Departamento de Estado que han cuestionado políticas de su gobierno, especial y concretamente el nombramiento como Fiscal General de Consuelo Porras, quien está señalada en la lista de personas corruptas que elabora Estados Unidos.
En realidad el mensaje no es para Biden, sino apela específicamente a la oposición en Estados Unidos, la oposición que sigue a Donald Trump, y lo hace pintándose como un país agredido en una “soberanía” que le permitiría nombrar a quien le dé la gana, aunque sea alguien que se ha evidenciado como tapadera de todos los corruptos y acosadora de los luchadores contra la corrupción. No olvidemos el papel que jugó el gobierno de Trump en el fin de esa lucha contra la corrupción, todo a cambio del sometimiento “soberano” de prestarnos a acoger a solicitantes de asilo en calidad de Tercer País Seguro.
De acuerdo a la tesis expuesta por Giammattei, un país soberano tiene todo el derecho de alentar la corrupción sin que otras naciones metan sus narices en el asunto. “¡Al fin y al cabo es asunto de los guatemaltecos!”.
Y visto que el pueblo no se inmuta ante lo que está pasando, Giammattei exige que no sólo no se le moleste sino que nadie se meta a ofrecer ninguna clase de ayuda a la población más necesitada. Si la USAID quiere poner dinero en Guatemala lo tiene que hacer en donde el gobierno le diga y no donde los gringos crean que hace falta. Sobre todo si se están usando recursos para beneficiar a poblaciones indígenas, esas que reclaman un reconocimiento que cierta parte de la población les niega descaradamente, al punto de considerar una afrenta que se les proporcionen recursos.
No son Biden y el Departamento de Estado los únicos que se han percatado de los niveles de corrupción existentes y de la destrucción de la democracia vía la cooptación de las instituciones. Otros países, entre ellos los de la Unión Europea, han expresado públicamente su preocupación por el deterioro institucional de Guatemala y esas expresiones ofenden al promotor de la captura de todas y cada una de ellas, ya no sólo las relacionadas con los tres poderes del Estado sino que hasta algunas que fueron autónomas, como la Universidad de San Carlos y las Municipalidades compradas con los millonarios recursos asignados para garantizar la reelección de los alcaldes.
Por ello la perorata del “podcast” no es para Biden sino para su auditorio de trumpistas.