Icex es la entidad pública encargada en España de promover la inversión de empresas españolas en el extranjero y su delegada, María Peña Mateos, vino encabezando a un grupo de 20 potenciales inversionistas de ese país interesados en Guatemala, nación que según palabras textuales de la funcionaria, ofrece “Previsibilidad. Cuando un empresario tiene que hacer negocios quiere reconocer la relación y las reglas con transparencia. Lo que menos quiere es llegar a un determinado país y que de pronto le cambien la relación o las reglas”.
Según ella sus asesores, entre los que, suponemos, tiene que destacar por fuerza, la misma Embajada de España, dijeron que Guatemala ofrece esas condiciones y por ello el interés de invertir aquí. Nos imaginamos, por supuesto, que se les debe haber dicho que aquí no van a cambiar las reglas de la noche a la mañana y que los negocios que se hacen mediante el pago de sobornos y mordidas son sagrados, como lo ha sido la Terminal de Contenedores Quetzal, de la que se hizo el español Pérez Maura pagando a Pérez Molina, y que ningún proceso legal va a desbaratar lo que se pacta bajo la mesa porque la institucionalidad aquí es muy fuerte. Por supuesto que hablamos de la institucionalidad de la corrupción que es generadora de derechos para los que saben cómo operar en estas claras y definidas aguas en donde nada se mueve si no es a cambio de un soborno.
El mundo entero está viendo cómo se violenta aquí el Estado de Derecho y cómo es que tenemos jueces en los más altos tribunales que se eternizaron en los puestos mediante una componenda con un Congreso que incluye en la agenda de todas las sesiones la elección de Cortes, en el último lugar de la orden del día, y que no ha realizado absolutamente nada en varios años de estar rompiendo el quórum antes de llegar a ese punto que, ni siquiera para tapar el ojo al macho, se discute.
Si en algo tiene razón la señora Peña Mateos es que en Guatemala pueden encontrar “previsibilidad” porque cualquiera entiende que aquí no habrá ningún cambio y que si alguien compra el derecho a hacer una hidroeléctrica o a explotar una mina, puede hacerlo a su sabor y antojo porque ese derecho producto del soborno es tan sagrado que, con una propina adicional, hasta se puede proteger con el uso abusivo de la fuerza pública para reprimir a quien se oponga.
Lo que dijeron a doña María los españoles expertos en Guatemala resultó realmente impresionante.