En 1975 Naciones Unidas declaró el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer con el declarado propósito de influir en la lucha por la igualdad entre mujeres y hombres en cuanto al goce de los derechos humanos y el pleno respeto a la dignidad de quienes históricamente fueron objeto de discriminaciones de variado tipo que limitaban su absoluta realización, condenándolas socialmente a un papel secundario impropio de su intrínseca calidad humana. De entonces para acá en muchas regiones del mundo se ha avanzado considerablemente pero aún quedan sociedades en las que se regatea ese elemental respeto a la dignidad de la mujer y se le impide o al menos dificulta su pleno ejercicio.
En Guatemala ha habido algunos avances, aunque el hecho de ser mujer y, sobre todo, mujer indígena sigue siendo para muchas una adversidad por los fuertes resabios del machismo que pesan en distintas esferas de la vida nacional. No obstante eso, se ha visto un notable incremento de mujeres que no limitan su actividad a las “cuestiones del hogar” sino que se proyectan de manera exitosa en otras labores y profesiones en las que destacan por su capacidad, eficiencia y una especial visión y sentido de la vida que no es común encontrar entre los hombres.
Las universidades están llenas de mujeres que se preparan para la vida formándose profesionalmente.
En aquellos años setenta era escasa la presencia femenina en las universidades y especialmente en algunas carreras que se consideraban muy masculinas. Hoy, sin embargo, no hay campo que les esté vedado y las vemos destacar en todos los ámbitos del saber. En La Hora nos sentimos muy honrados de tener una redacción con enorme participación femenina y valoramos mucho la ayuda que todas y cada una de las mujeres que trabajan en la empresa, que son mayoría, hacen tanto en el campo noticioso y administrativo como en el cada vez más demandante y exigente manejo de internet y las redes sociales.
Hemos señalado, sin embargo, casos de mujeres que se empeñan en hacerle daño a esos esfuerzos de dignificación porque usan su condición femenina para sacar ventaja bañándose en dinero al hundirse en la corrupción y luego usando leyes hechas para la legítima protección de la mujer frente a la violencia para encubrir sus actuaciones, pretendiendo imponer censura a quienes puedan señalar esos vicios.
Afortunadamente son más los casos de decencia que de perversión y el reconocimiento a los logros que se han alcanzado nos debe forzar a trabajar más para llevar esa igualdad a cualquier rincón en el que prevalezca aún el abuso y la opresión.