El presidente de Rusia, Vladimir Putin ordenó la invasión a Ucrania. Foto La Hora: /AP

Tal y como era de esperar, Vladimir Putin dio rienda suelta a sus afanes imperialistas para reconstruir lo que fue la antigua Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas -URSS- y ordenó el brutal ataque militar contra Ucrania advirtiendo a todos los países que se pongan en el camino que “Cualquiera que intente interferir con nosotros, o más aún, amenazar a nuestro país y nuestro pueblo, debe saber que la respuesta de Rusia será inmediata y llegará a consecuencias nunca antes vistas en la historia” en una clarísima advertencia a los países de la OTAN y a todos los que de alguna manera han expresado su postura contraria a la guerra.

El argumento que usa es que el ejército ucraniano es una fuerza neonazi que está sojuzgando a ese pueblo, no obstante que para concretar su agresión tendrá que matar, forzosamente, a miles de esos pobladores a los que, según la propaganda propia de su formación de KGB, está defendiendo con la operación militar que ordenó y que ha causado ya muertos en los lugares donde se produjeron los primeros ataques.

Para nosotros es una guerra lejana pero sus efectos, especialmente los económicos, no tardarán en llegarnos y, sin duda, será un nuevo elemento de polarización en esta loca sociedad donde resulta que los que blasonan de su anticomunismo aplauden el gesto imperialista de Putin simplemente porque se está enfrentando y desafía al presidente de Estados Unidos, Joe Biden, a quien los pseudo derechistas (que no entienden qué es izquierda ni derecha) tildan de comunista.

La guerra es un esfuerzo por contener a los países que formaron parte de la Unión Soviética y del Pacto de Varsovia y que ahora se han enrolado o muestran simpatía por la Organización del Tratado del Atlántico del Norte que se formó precisamente como una respuesta al imperialismo soviético de la época. Ucrania no es el primer objetivo ni el último de Moscú bajo el control de Putin, quien es la cabeza de un régimen que descansa básicamente sobre la corrupción alentada desde las más altas esferas y que utiliza los métodos del pasado régimen soviético para no sólo mantener el control del país, sino para expandirlo a otros que están o se acercan a la esfera de la OTAN.

La advertencia de que se llegará a consecuencias nunca antes vistas en la historia es lapidaria y nos debe preparar, a la humanidad, para el primer conflicto de alta intensidad de este siglo. Nosotros sentiremos rápido el primer efecto con el precio del petróleo castigando a un país donde no hay transporte público, pero esa no será, sin duda, la peor de las consecuencias.

Redacción La Hora

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