Bien dicen que una mancha más al tigre ya ni se nota y lo mismo pasa ahora con las manchas que tenga el proceso de elección de Fiscal General. Ayer renunció el Decano David Gaitán de la Universidad Da Vinci y esa casa de estudios explicó que esa decisión, tomada horas antes del inicio de la plenaria de la Postuladora, “obedece a la importancia de salvaguardar el proceso que debe llevar adelante la Comisión de Postulación para la elección de candidatos a Fiscal General y Jefe del Ministerio Público. Las acciones legales infundadas que se han presentado en contra de Gaitán pudieran ser utilizadas para entorpecer el desarrollo de este proceso fundamental”.
Oportunamente publicamos la iniciativa presentada por Gaitán relacionada con una mecánica específica para valorar los temas de capacidad, idoneidad y honradez y esa propuesta ya no fue conocida ayer porque la Presidenta de la Comisión Postuladora y de la Corte Suprema de Justicia no la incluyó en el debate por la ausencia del Decano, contra quien el mismo Ministerio Público inició una investigación atendiendo una denuncia presentada por el activista Ricardo Méndez Ruiz y que fue tramitada en tiempo récord precisamente para prevenir que pudiera plantear y defender públicamente la propuesta crucial para perfilar las cualidades de los postulados.
Se pegó el grito en el cielo con una protesta oficial por la invitación que los Embajadores de los países que más cooperan con Guatemala formulara a los postuladores, pero cuando un Decano promueve una iniciativa que forzaría a profundizar en una mecánica para medir específicamente los requisitos esenciales que la Constitución Política establece para optar a cargos públicos, entran en funcionamiento el Ministerio Público y Méndez Ruiz para apartarlo de la postuladora, convencidos de que esta nueva mancha al proceso no generará reacciones entre una población que ya ve como normal que todos los procesos de las postuladoras sean amañados y debidamente arreglados.
Nos preocupa mucho este proceso, especialmente porque lo que está en juego es si se sigue fortaleciendo ESTE Ministerio Público, como públicamente ha propuesto Giammattei, o si se retoma el camino del servicio a la justicia que es esencial para evitar la consagración del imperio de la impunidad. Un mecanismo para medir públicamente las características de capacidad, idoneidad y honradez es esencial para que se pueda cumplir con un efectivo trabajo que apunte a una selección de personas que llenen esos elementales requisitos. Pero bastó una denuncia apalabrada para que el Ministerio Público dejara de ser vigilante y en cuestión de horas salieran de un comisionado que era ya incómodo.