Los negocios sucios que se cometen en el ámbito público generalmente son muy lucrativos y dejan enorme cantidad de dinero a los que usan su poder para incurrir en corrupción, pero pocos han sido tan burdos y tan grandes como el de las vacunas compradas a los rusos que, con todo descaro y desfachatez, dejaron de cumplir su obligación y nadie, absolutamente nadie en Guatemala, ha movido un dedo para deducir las responsabilidades. Y no es que sea un asunto complejo y difícil de detectar o de probar el ilícito, puesto que ha sido de conocimiento público el incumplimiento luego de que nuestro país hizo el pago de las vacunas.
Básicamente hemos dependido de las donaciones de otros países, especialmente de Estados Unidos que ha sido generoso en proporcionar millones de dosis, mientras que el dinero que se asignó para ese fin fue descaradamente mal utilizado. Y la mejor prueba de la suciedad del asunto está en la conformidad que han mostrado las autoridades tanto de la Presidencia como del Ministerio de Salud, que se conforman con las migajas que disponen mandar los intermediarios rusos. Y eso sin citar que la Sputnik V ni siquiera cuenta con el reconocimiento de la Organización Mundial de la Salud, lo cual además de implicar un riesgo para la salud, tiene como consecuencia que el certificado de vacuna no sea válido para viajar a otros países.
Ya sabemos que la Contraloría General de Cuentas y el Ministerio Público lejos de investigar se dedican a proteger a los corruptos y de ellos nada puede esperarse. Pero la población debiera mostrar alguna reacción ante un asunto tan burdo porque nuestro conformismo termina siendo un aliciente para que se incremente el saqueo del erario. La impunidad en el Sistema de Justicia es un elemento que abona para incrementar la corrupción, pero la indiferencia de la gente es otro que resulta terrible porque, por lo visto, se le está dando carta blanca a los sinvergüenzas para que nos roben de forma descarada.
En el control de la pandemia seguimos dando palos de ciego y la vacunación no pareciera ser un asunto que realmente preocupe a las autoridades a cargo de la salud pública. El mundo está nuevamente en medio de una nueva variante que resulta mucho más contagiosa, pero nosotros hasta después de la Navidad recibimos información de que Delta ya está aquí, luego de que informara el laboratorio de Costa Rica a donde se envían muestras porque acá no tenemos capacidad de analizarlas. Para cuando sepamos de la Ómicron ya serán muchos miles los contagiados.
¿Hasta cuándo seguiremos agachando la cabeza frente a la corrupción?