Mauro Verzeletti presbitero y Misionero de San Carlos Scalabrinianos, ex director de la Casa del Migrante en Guatemala y el Salvador. Foto Archivo.

Enorme tristeza ha provocado el anuncio del retiro de Guatemala del padre Mauro Verzeletti, quien dirigía la Casa del Migrante, en donde encontraron acogida miles de personas en situación migratoria irregular, así como guatemaltecos que fueron deportados y devueltos a la patria literalmente con una mano atrás y otra adelante. Durante 23 años, desde que vino al país procedente de su natal Brasil a donde ahora regresa, el sacerdote trabajó en el tema de la migración, siendo parte de la comisión que se encargaba de ese complejo tema desde la misma Conferencia Episcopal, lo que sirvió para que fuera puesto a cargo de la principal operación de atención a personas que tienen la imperiosa necesidad de salir de sus países en busca de seguridad, trabajo y oportunidades.

Es una dura noticia para mucha gente no sólo por el aprecio que se le llegó a tener, sino por el importantísimo papel que desempeñó en la atención a los migrantes, siendo un consuelo para cientos de miles de personas que en algún momento tuvieron que buscar ayuda en medio de condiciones muy precarias.

Pero su peso e importancia no queda allí, porque también se convirtió en voz de esa gente que necesita atención y que por el abandono que sufren corren enormes y hasta fatales riesgos en búsqueda de una vida mejor que no pudieron encontrar en su país de origen. El padre Verzeletti se convirtió en una de las fuentes más confiables e informadas para hablar del tema migratorio que debiera estar en el centro de la agenda nacional no sólo por lo que significa el aporte que hacen quienes envían remesas, sino especialmente porque ese dinero lo producen las víctimas de un sistema, de un modelo social que evidentemente no funciona porque termina expulsando a millones de habitantes de este país.

La Hora, que junto a La Hora Voz del Migrante, constantemente recurrió al padre Verzeletti, le rinde un especial homenaje porque, repetimos, su vocación le llevó a ser ejemplo de ese amor al prójimo que es esencia de una fe que compartimos.

Y hablando de personas que lo dan todo, también merece un especial homenaje nuestra gran amiga, María Eugenia Gordillo, quien por años dirigió la Hemeroteca Nacional Clemente Marroquín Rojas, en donde se coleccionan los distintos periódicos de la historia del país. Cuando Rigoberto Bran Azmitia dejó esa institución parecía imposible que pudiera llegar alguien con la misma dedicación, experiencia y talento para no sólo mantener lo hecho sino inclusive mejorarlo y María Eugenia logró hacerlo tanto en la preservación de los tesoros a cargo de la Hemeroteca, sino dándole otra dimensión al proyectar la institución en actividades académicas y culturales.

Generalmente en la prensa nos toca referirnos a los problemas del país y a quienes los provocan. Pero es grato poder homenajear a personas que lo dan todo sin esperar nada a cambio y que son ejemplo de lo que debe ser la vida en sociedad.

Redacción La Hora

post author
Artículo anteriorLa corrupción, como el cáncer, se extiende a todos lados
Artículo siguienteEstados Unidos ya ha reunido a 100 niños migrantes con sus familias