Pese a los esfuerzos del oficialismo en Honduras por retener el poder y al uso de todas las influencias y poderes para lograrlo, los primeros resultados parecen adversos a la continuidad del régimen que desde el año 2009 dirige a ese país, a pesar de serios señalamientos y hasta condenas por el tema del narcotráfico, como ocurrió con el hermano del actual gobernante, Juan Orlando Hernández. La candidata opositora, Xiomara Castro, es esposa de Manuel Zelaya, el gobernante derrocado hace doce años y al momento encabeza los resultados de la elección con más del 50% de votos a su favor.
En toda Centroamérica ahora el tema de las elecciones vuelve a ser complejo, como lo fue durante tanto tiempo en el siglo pasado, puesto que se ha visto notorio retroceso en la institucionalidad electoral y de esa cuenta la comunidad internacional y los mismos hondureños están ahora siguiendo con mucho detenimiento el resultado de los comicios, por la posibilidad de que puedan surgir acciones que pretendan modificar el cómputo de que se haya dado en las urnas.
En Honduras se vive una polarización muy similar a la que sufrimos en Guatemala y la división ha llegado a extremos por lo que la candidata es abiertamente señalada como comunista por sus detractores en el gobierno, en el marco de una compleja situación derivada del escaso conocimiento que tiene la opinión pública sobre la realidad de las ideologías porque basta hacer un señalamiento en redes sociales para que el mismo se convierta en una especie de verdad absoluta.
Fue el argumento que se utilizó por políticos hondureños, con el apoyo de las fuerzas armadas, para derrocar al gobernante que había sido electo por el pueblo y ahora eso y los señalamientos de corrupción contra el actual régimen tienen mucho peso y generan un ambiente de enorme incertidumbre en el vecino país.
De momento se trata de resultados preliminares y aunque la candidata que figura en primer lugar se ha atribuido la victoria, las autoridades electorales dicen que todavía están pendientes de procesarse muchos votos y por lo tanto rechazan esa afirmación y dicen que nadie puede declararse ganador de los comicios.
Las observaciones internacionales están atentas, aunque se sabe que las mismas pocas veces llegan a poner el dedo en la llaga y, a lo sumo, señalan “irregularidades”, aunque dados los antecedentes del actual régimen en temas de corrupción, crece el interés y la atención de la comunidad internacional para realizar un trabajo más cuidadoso de vigilancia.
Las nuevas dictaduras de la corrupción se confían y consolidan en la pasividad que muestran los pueblos sin espera que pueden darse sorpresas como la que, en esta etapa inicial del cómputo de votos, se está dando en Honduras.