En todo el mundo se han verificado cuidadosos estudios científicos relacionados con la aplicación de las distintas vacunas que han surgido para la prevención del COVID-19, pero en Guatemala los mismos no han tenido relevancia y las ocurrencias de las autoridades están a la orden del día como consecuencia de la incapacidad para surtirse de suficientes dosis para atender los diferentes estratos de población, especialmente jóvenes y niños, en quienes ahora se centra el esfuerzo.
Ayer el gobernante mostró su poco conocimiento y cinismo cuando dijo que se ha vacunado al 110 por ciento de la población en la capital y explicó el contrasentido diciendo que el Censo es muy malo y que por eso se rebasó el 100 por ciento. Él no entiende que en la capital se ha vacunado toda aquella gente del interior que ha permanecido abandonada por su gobierno y que a sabiendas de la incapacidad para cubrir todo el territorio se han tenido que trasladar a la metrópoli para ser inyectados. Eso, más que el deficiente censo, es lo que explica que el número de dosis aplicadas supere al total de habitantes del municipio de Guatemala pero Giammattei, por supuesto, no va a reconocer que su incapacidad hizo incurrir en gasto a miles de personas que tuvieron que viajar para lograr una vacuna que nunca llegó a sus comunidades.
Pero reiteramos que Guatemala no dispone de los instrumentos ni medios para realizar estudios a fondo sobre cómo funciona la mezcla de distinto tipo de vacunas, situación que la OMS y entidades como los Centros de Control de Enfermedades y la Administración de Drogas y Alimentos de Estados Unidos, han estado investigando minuciosamente para establecer en qué consisten los refuerzos, la dosis que se debe aplicar dependiendo del tipo de vacuna inicialmente inoculada y la que corresponde a los jóvenes y niños. Aquí simplemente anuncian que pondrán refuerzo con AstraZeneca, en una decisión literalmente sacada de la manga, a los que condenaron con la no aprobada Sputnik, comprada en una oscura negociación que mantienen oculta argumentando una injustificada “confidencialidad”.
¿Cuál fue el estudio que usaron las autoridades de salud para determinar que AstraZeneca es la adecuada para reforzar la Sputnik V? ¿Qué pasó con todas las dosis pendientes que los rusos se embolsaron sin cumplir el cronograma que suponemos debe haberse establecido cuando se cerró el sucio negocio? Son respuestas que nunca tendremos porque ya sabemos que la investigación de la corrupción no está en la agenda de nadie y todo mundo se siente muy tranquilo porque los guatemaltecos nos sometimos a esa nueva y funesta forma de dictadura, la que hará que la de los Ortega en Nicaragua sea puro juego de niños frente a lo que está funcionando en Guatemala, con todos los poderes (reales y fácticos) alineados para su propio beneficio y que hacen que el pueblo pague el pato por los errores, desmanes y trinquetes que lejos de cesar van en aumento.