Ayer autoridades del Ministerio de Salud Pública informaron que están considerando cerrar varios centros de vacunación en el país por la “poca afluencia” de personas que acuden a ellos, situación que cuadra con el informe publicado ayer sobre el bajo nivel de población inmunizada a nivel nacional. En otras palabras, en vez de incrementar las campañas de vacunación para hacer conciencia entre la gente y desvirtuar las campañas negativas que se han hecho circular y que tienen gran efecto entre la gente, el gobierno tomará la acción de desistir prácticamente de continuar con el esfuerzo por incrementar la cantidad de personas protegidas con algunas de las vacunas compradas o recibidas en donación.
El tema de la vacunación es uno de los más importantes desde el punto de vista del control de la pandemia pero sucede que en nuestro país no sólo el ritmo ha sido extremadamente lento, sino que el gobierno empezará a cerrar los centros de vacunación, lo que significa un drástico retroceso porque no llegamos a una cantidad que permita pensar en la proximidad de alguna inmunidad de rebaño. Mundialmente hay preocupación porque la Organización Mundial de la Salud estima que si no se incrementa globalmente el número de vacunados, la posibilidad de que surjan nuevas y quizá más mortales variantes se incrementa sin que se vislumbre el control de la pandemia.
Hoy se anuncia el nombramiento de un nuevo encargado de la Comunicación Social de la Presidencia y sin duda que tendría que ser el coordinador de un esfuerzo significativo para desarrollar campañas de promoción que alienten a más gente a buscar la vacuna. La idea de ofrecer como “ventaja” el corrimiento de la hora en que se deja de vender licor no ha sido la más afortunada, evidentemente, y se esperaría que con una estrategia sensata y profesional se procediera a diseñar todo un sistema de comunicación, que llegue a todos los rincones del país, para contrarrestar el efecto negativo de quienes han realizado abundante propaganda antivacunas.
Una de las prioridades, hoy por hoy, en términos de comunicación social institucional del Estado de Guatemala tiene que ser la fórmula para llegar a toda esa población escéptica que por diversas razones ha rehuido la inmunización que ofrecen las distintas vacunas y que en el mundo han mostrado su eficacia. Incrementar el ritmo de la vacunación es el reto y lo peor que puede pasar es tirar literalmente la toalla, anunciando el cierre de los centros de vacunación y dando por perdida de una vez la batalla para el control del mortal virus.