La pandemia no sólo ha significado enfermedad y muerte sino que ha tenido numerosos efectos colaterales que se empiezan a manifestar en todas las sociedades. Desde alteraciones en el comportamiento de los seres humanos sometidos al aislamiento forzado hasta el impacto económico en muchas familias como consecuencia de la reducción de la actividad comercial, rara es la persona que no ha tenido que sufrirlos pero ahora se está desatando en todo el mundo un fenómeno de desabastecimiento de mercancías que no sólo las encarece en todos lados, sino que en muchos sitios provoca absoluta escasez que puede ir a peor en los próximos meses según estiman todos los expertos.
Acá estamos sintiendo en carne propia ya el impacto que tiene la variación de precios en el mundo energético, puesto que el incremento de la demanda, luego de varios meses de poco consumo, ha facilitado a los productores de petróleo la oportunidad para iniciar una fuerte escalada de precios que está disparando el valor de los combustibles de todo tipo y afectando a los países que todavía tienen alta dependencia de la energía que se produce mediante el uso de ese recurso. Gasolina, gas propano y electricidad han subido de precio en forma muy sensible, haciendo daño a la economía familiar, lo que se suma a los efectos que tiene la crisis en el transporte de mercancías, derivada del problema que se dio con el cierre de varios puertos que rompió por completo la cadena logística de operación de las navieras en cuanto al manejo de contenedores, creando una presa de enormes proporciones que no será resuelta en el futuro cercano y que limita obtener no sólo productos finales sino materia prima.
Guatemala es un país que produce muy poco dentro de la lista de artículos básicos de consumo. Hasta el maíz, considerado siempre como un artículo nacional para la elaboración de la tortilla que es uno de los principales nutrientes de la población, es importado en una abrumadora proporción y dependemos de los mecanismos de transporte para disponer de él. No se observa de parte de las autoridades ninguna reacción más que la de ayer del ministro de Economía que habló de solicitar al Congreso una exoneración del IVA para aliviar la carga que pesa sobre el consumidor.
Tenemos que estar preparados para la escasez de muchos productos, misma que ya se empieza a sentir en otros mercados más grandes que el nuestro a donde las navieras tienen mucho más interés en llegar. Se viene una época de vacas flacas que, para variar, afectará más a quienes menos tienen.