En el marco de los acontecimientos ocurridos en El Estor y por el Estado de Sitio, se repite la alharaca de que nuestros indígenas están siendo manipulados por gente que viene de fuera para aprovecharse de su supuesta ignorancia, lo cual de entrada constituye una muestra categórica de ese racismo que hay en la sociedad guatemalteca y que no atina a reconocer en nuestra población originaria ninguna capacidad y, por consiguiente, derecho al libre albedrío. Ocurre que entre la población ladina no ha habido mucho interés y empeño por conocer la identidad de nuestros pueblos indígenas y por lo tanto no se entiende su enorme preocupación por los temas relacionados con la Madre Tierra, entre ellos el daño que hace a las comunidades la explotación minera fuera de control y que ha conseguido “sus derechos” con base en corrupción y sobornos de todo tipo, hasta enviados en fantásticas alfombras voladoras.
Desde tiempos inmemoriales se ha querido imponer a nuestros indígenas la visión occidental en todo. Desde la vida espiritual a la vida material, pretendemos que todo se ajuste a las modas y las prácticas de lo que algunos llaman civilización, como si la que encontraron aquí los españoles no lo fuera. Estudios serios han demostrado los extraordinarios avances en temas de conocimiento que se tuvieron entre la población de origen Maya, pero ese hecho se regatea porque pudo más la cantaleta de que se trata de pueblos ignorantes, haraganes e incapaces, misma que se ha apoderado de mucha gente que no puede siquiera suponer, no digamos concebir, que la población indígena tenga total capacidad para entender su entorno y pretender que se respeten sus principios inspirados en una Cosmovisión de enorme profundidad.
Todo movimiento indígena es, para quienes no entienden su cultura, producto de intromisiones extranjeras y de “acarreos”, lo que constituye una falta de respeto propia de quienes a punta de Estados de Sitio pretenden acallarlos y someterlos. Tratemos de estudiar y conocer a nuestra gente para tener una visión más completa de la realidad nacional sin esos prejuicios que en realidad son criminales.