Fue notoria la ausencia de la Policía Nacional Civil cuando los exmilitares armados con palos y machetes agredieron a los doctores y salubristas que se habían congregado frente al Congreso de la República el pasado martes, no digamos cuando decidieron entrar al recinto parlamentario y hacer toda clase de destrozos. Pero resulta que además del famoso compadre hablado, hubo otro factor, porque la PNC mantiene desplazados a cientos de sus hombres, incluyendo a los antimotines, para reprimir a los pobladores de Izabal que están exigiendo que se cumpla con la realización de la consulta popular en el tema de las minas que explotan los rusos, tan generosos con el gobernante.
Ayer las cosas se complicaron porque, como se pudo ver en un video, un carro con rusos llegó al sitio del bloqueo y se armó Troya. Los policías, según se ve, estaban sumamente preocupados por la seguridad de los rusos mientras que, por lo visto, tenían órdenes de desalojar a como diera lugar a los manifestantes que exigen la consulta popular correspondiente y que el Ministerio de Energía y Minas se abstiene de realizar, pasando por alto la resolución de la CC emitida oportunamente.
Cuando el aparato del Estado se pone al servicio de intereses particulares de quienes pagan sobornos, es obvio que se perdió el norte y el horizonte y que vemos en vuelo libre hacia el desastre institucional. Cualquier capacidad de asombro ha sido rebasada por completo por la realidad y tristemente no se ve en perspectiva solución al descalabro causante de la más absoluta anarquía.
Luego del incidente del martes, el Congreso ya está a la espera de los listados que les manden para tramitar la “indemnización” a los militares de manera que el ataque quede en el olvido, enterrado en alguna gaveta del MP.