El misterioso colapso ayer de Facebook, Instagram y WhatsApp, que ocurre horas después de un importante reportaje de “60 Minutes” en el que una ex ejecutiva del consorcio propietario de las tres empresas había declarado el desinterés que había por el tema de los algoritmos, cómo estos facilitan la desinformación (Facebook) y el rol de Instagram en la seguridad emocional de la juventud, vuelve a poner de manifiesto la fragilidad del mundo cibernético del que dependemos cada día más alrededor del mundo y que cada vez es más importante no sólo en la comunicación entre los seres humanos, sino porque muchas de sus actividades tienen estrecha relación de dependencia con los flujos informáticos.
Millones de usuarios en el mundo se sintieron perdidos ayer durante varias horas cuando no pudieron mantener sus actividades cotidianas debido a la interrupción que hubo en instrumentos que se han convertido en vitales, lo que hace ver la enorme necesidad de implementar medidas de ciberseguridad porque el futuro de las acciones terroristas en el mundo estará en intensos ataques a las redes mundiales de información.
Si recapacitamos en todo lo que hoy depende de ese moderno modo de comunicarse, desde las más superficiales consultas hasta el traslado de la más valiosa información, incluyendo desde luego los medios de pago que cada vez menos dependen del dinero en efectivo porque los pagos electrónicos se han ido adueñando de la vida moderna, nos daremos cuenta de nuestro nivel de dependencia extrema respecto al mundo cibernético y lo vulnerable que ello hace a la humanidad.
Los ataques cibernéticos son cosa relativamente común que obliga a desarrollar mecanismos de defensa más ágiles y sofisticados. Hace unos días la Corte de Constitucionalidad se quejó de un ataque a su sitio de internet que prácticamente impidió la comunicación y el mecanismo utilizado fue prácticamente el mismo que se usó en nuestra contra el mismo día en que fue destituido Juan Francisco Sandoval de la FECI, lo que nos obligó a realizar numerosos e importantes cambios en la estructura de nuestro sitio para prevenir ese tipo de acciones que complican a los usuarios el acceso a la información.
Pero no es sólo la comunicación lo que se encuentra en juego, sino toda la logística de la vida diaria, desde el transporte de mercancías hasta los medios de pago, dependen de la eficacia y velocidad en la transmisión de datos y por ello la preocupación que hay en el mundo sobre la ciberseguridad ante el riesgo de que un terrorista en un sitio remoto pueda paralizar prácticamente al mundo con un ataque que interrumpa el flujo de tanta data.