Sin embargo, eso representa que muchos migrantes enfrenten dificultades y riesgos para llegar a su destino. Foto La Hora/CBP

Durante generaciones en Guatemala se sostuvo la tesis de que los pobres lo eran porque no trabajaban o simplemente porque eran haraganes, pero los hechos demuestran que el nuestro es un país de emprendedores porque la gente más agobiada por la pobreza, los que más han sufrido la carencia de recursos para sustentar a sus familias, conforman ese enorme contingente de seres humanos que toman la decisión de realizar el peligroso viaje a Estados Unidos para emprender con su trabajo una actividad muy productiva que no sólo les permite enviar mensualmente remesas a sus familias sino que, de paso, sostener a todo el país que depende básicamente de ese ingreso para que la economía siga teniendo un ritmo positivo.

En otras palabras, la tesis de que el pobre es pobre por haragán o dejado se derrumba para confirmar la verdad. Guatemala le niega oportunidades a su gente para ser productiva y por ello la migración que les permite a millones de chapines demostrar sus capacidades cuando se encuentran en una tierra de oportunidades. Si acá, en nuestro país, las autoridades y la sociedad se encargaran de generar un clima igual, en donde todo trabajo es recompensado dignamente, no habría necesidad de que la gente tuviera que emprender esa peligrosa ruta en la que, tristemente, muchos han perdido la vida.

Con una mano atrás y otra adelante, y hasta endeudados con los voraces “coyotes” que les llevaron en la travesía, los guatemaltecos cruzan la frontera y empiezan a generar recursos que no sólo les permiten pagar la deuda sino enviar dinero a sus familias en cantidades jamás imaginadas. Muchos se proponen y logran, además, establecer sus propios negocios en donde acogen y brindan trabajo a otros compatriotas y juntos demuestran la capacidad de emprendimiento que hay entre nuestro pueblo.

Tristemente la migración se ha vuelto un negocio muy cómodo para los causantes de las condiciones imperantes en el país que niega oportunidad a la gente porque resulta que esa misma gente que acumula privilegios gracias a cooptaciones y corrupción, es la que puede luego mantener el ritmo de sus negocios por los consumos que generan las remesas. En realidad es negocio redondo, explotar a la gente hasta expulsarla de aquí para luego vivir de ella aprovechando su sacrificio.

Es urgente que los guatemaltecos tengamos una visión distinta de nuestro futuro y nos propongamos aprovechar, aquí, esa enorme capacidad productiva que hay entre quienes eran señalados como haraganes causantes de la pobreza. Y empezar por la reforma del sistema educativo debiera ser inicio del gran sueño.

Redacción La Hora

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