Joviel Acevedo y el magisterio únicamente se han enfocado el tema salarial. Foto La Hora

Desde hace muchos años, cuando el sindicato de maestros tomó el control del sistema educativo, Guatemala se ha ido rezagando anualmente en el rendimiento escolar y la pandemia vino a agravar en mucho esas ya patéticas condiciones que parecen imposibles de revertir porque cada gobierno es más complaciente y sumiso a las imposiciones de Joviel Acevedo y su gente. Ahora se ha comunicado que, otra vez, no habrá pruebas para los alumnos que están “terminando sus estudios” no obstante que la mayoría de ellos no ha podido tener presencia en las aulas y que las clases virtuales no están al alcance de toda la población escolar, por lo que sin más trámite y simplemente por el paso del tiempo, culminarán sus estudios.

Es cierto que en buen número de casos no hay gran diferencia porque si nos atenemos a los indicadores existentes sobre el rendimiento escolar en procesos de aprendizaje de lectura y de matemáticas, los alumnos que se gradúan están literalmente en la calle y así es como culminan todos los años muchos de nuestros jóvenes. La complacencia con el sindicato, que se preocupa única y exclusivamente del ingreso salarial y ni un ápice en el cumplimiento de los deberes y obligaciones sagrados de la educación, tiene un elevado costo para la juventud y, por lo tanto, para el futuro del país.

Clamar por reformas en el sector educación es inútil porque todas las políticas del Ministerio están pactadas con el sindicato y ya sabemos cuál es la orientación y el objetivo de esa organización de trabajadores. En el país no existe, en realidad, un esfuerzo por realizar un cambio profundo de la forma en que estamos atendiendo a niños y jóvenes para prepararlos a triunfar en un mundo cada vez más competitivo donde el conocimiento y el entendimiento son piezas clave del éxito.

Nuestros niños que logran emigrar tienen muy buen rendimiento en las escuelas de Estados Unidos porque allá el magisterio sí está comprometido con la enseñanza y se dedican en serio a esa noble profesión. Pero sobre todo las autoridades mantienen altas exigencias tanto a los maestros como a los alumnos, para que se pueda hablar de adecuados procesos de aprendizaje.

El magisterio se ha convertido en una punta de lanza de pleno apoyo político para los gobiernos corruptos y por ello se les accede en las peticiones planteadas en los pactos colectivos sin pretender, a cambio, elevar la calidad de la enseñanza. Lo que cuenta es que cuando el Presidente corrupto requiere apoyos masivos, el magisterio esté a la orden.

Redacción La Hora

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