Ayer Giammattei en Naciones Unidas dijo que ningún país debe meterse en nuestros asuntos internos, en evidente respuesta a la decisión soberana de Estados Unidos de incluir en la lista de destacados corruptos a Consuelo Porras y su secretario, quienes lejos de dirigir la investigación penal la obstruyen para proteger a los que son parte de la jugada. Eso nos lleva a plantear que la corrupción hace rato que dejó de ser un asunto interno, no sólo por las implicaciones internacionales del lavado de dinero, sino que en casos concretos como el de Guatemala ese vicio es causante del atraso y pobreza generalizada de la población que se traduce en la necesidad, léase bien, necesidad de emigrar en busca de las oportunidades de subsistencia que aquí se le niegan a la gente.
Guatemala subsiste económicamente gracias a las remesas familiares, aunque terca y torpemente el presidente y su equipo sigan atribuyendo el “crecimiento económico” a sus supuestos aciertos en la conducción del país, sin reconocer que vamos a la deriva ante su manifiesta incompetencia y corrupción, tal y como lo demuestra hoy Emilio Matta en su columna de La Hora.
Lo que no dijo cínicamente Giammattei es que la migración se ha vuelto un gran negocio porque gracias al esfuerzo de los migrantes es que nuestras empresas pueden seguir produciendo y vendiendo ya que el mercado interno se mueve al ritmo de esos envíos que son producto de sangre, sudor y lágrimas. Y mientras tanto, él y su gobierno siguen robando descaradamente, sabiendo que eso genera mayor migración y que eso traerá más divisas.
La migración es un problema global y Estados Unidos es el país que recibe a nuestros migrantes y está tratando de controlar el fenómeno, pero se dieron cuenta que es la corrupción la causa de tanta pobreza que genera el flujo migratorio y por ello su interés en el problema que no es, entonces, un asunto interno de Guatemala en el que “nadie debe meterse”. No dijo Giammattei nada de cómo Estados Unidos le lanzó un efectivo salvavidas con las donaciones de vacunas cuando creció la efervescencia por el negocio con las vacunas rusas y la gente empezó a reclamar con justa razón. Millones de dosis regaladas han permitido a este inútil gobierno vacunar a una parte de la población y es de notar que aún con esos magnánimos regalos estamos a la cola del mundo por la manifiesta y absoluta incapacidad de Giammattei y de su equipo de colaboradores que únicamente son buenos para el saqueo del erario.