La saturación de algunos hospitales en el interior del país, donde los Directores se han visto en la necesidad dramática de anunciar que no pueden recibir más pacientes de Covid-19, nos obliga a todos a poner nuestro empeño en la contención de los contagios para dar un respiro al sistema de salud y, especialmente, al personal que trabaja en la atención de quienes sufren complicaciones por esa enfermedad. Lamentablemente no podemos esperar ni siquiera la guía de las autoridades en este momento tan difícil y deberemos ser los ciudadanos quienes tomemos conciencia y tratemos de hacer que otros tomen conciencia sobre la importancia de acciones esenciales que nos pueden ayudar en esta grave crisis que cobra demasiadas vidas.
Obviamente en el largo plazo la solución tiene que ser la masiva vacunación que depende tanto de la provisión de vacunas como de la disposición pública para vacunarse, lo cual demanda campañas efectivas que hagan conciencia entre una población que recibe abundantes argumentos en contra. Argumentos que van desde el plano de religiosos trasnochados hasta los que replican teorías de conspiración que afirman que la vacuna es parte de un plan para meterse en los cuerpos y ejercer control sobre las personas.
Hasta esta semana, cuando han transcurrido muchos meses desde que las vacunas empezaron a ser aprobadas, se inicia un plan para invitar a la vacunación al pueblo recurriendo a los idiomas mayas, lo cual se explica por el abandono que ha habido hacia la población del interior del país que no tiene ni suficiente dotación de pruebas y donde mucha gente se ha muerto por el Covid-19 sin siquiera haberse podido realizar un examen porque los mismos están concentrados en las áreas urbanas y son, en buena proporción, realizados en laboratorios privados que cobran por cada test realizado.
No hay que inventar el agua azucarada para decir que en el mundo lo que más ha funcionado son medidas concretas como el distanciamiento social y el uso de mascarilla. Cuando esas prácticas se han relajado, como está sucediendo en Guatemala, los contagios aumentan escandalosamente y algunos países tienen que adoptar medidas más drásticas como los cierres parciales o totales. Pero donde, aún con alta vacunación, se mantienen exigencias sobre mascarilla y distancia social, respetando aforos, es evidente que el nivel de contagios no llega a ser tan alto, lo que confirma que es el camino que debemos adoptar. Y sin Estado de Calamidad, aplicando las leyes sanitarias, se pueden establecer restricciones y sancionar a quienes las violen para evitar que la irresponsabilidad colectiva cobre más vidas.