Hay que entender que somos un país donde no hay ley porque todo mundo se puede reír de la misma gracias a la impunidad que ha sido decretada por las más altas autoridades. Foto La Hora

Impresiona ver la ligereza con que se toma la pandemia en Guatemala, tanto de parte de la población que hace fiestas como si nada estuviera ocurriendo como de parte de las autoridades que, empezando por los diputados, actúan como si todo esto fuera un circo para entretener a la gente aburrida de año y medio de lidiar con el Covid-19. Por un lado pobladores tan encampanados con sus fiestas que hasta las transmiten en vivo vía las redes sociales a pesar de que se desarrollaron en medio de un toque de queda dispuesto por el gobierno y que, por otro lado, el Congreso no ha atinado a aprobar, improbar o modificar.

Si nos atenemos a las reacciones populares y a la actitud de nuestras autoridades, podríamos suponer que la pandemia no existe, que es un chiste de mal gusto y que para la Presidencia, los diputados y la Policía Nacional Civil no es, para usar la abusiva expresión usada por Giammattei, su “maldito problema”.

Hay que entender que somos un país donde no hay ley porque todo mundo se puede reír de la misma gracias a la impunidad que ha sido decretada por las más altas autoridades y ejecutada diligentemente por el Ministerio Público y todos los tribunales, desde los de menor jerarquía hasta la misma Corte de Constitucionalidad. Nos hemos acostumbrado a hacer lo que nos da la gana, desde cosas tan sencillas como pasar los semáforos en rojo (tanto los de la vía pública como el del Covid) y violar cuánta norma de tránsito exista, hasta cosas mayores como el saqueo del país que en estas condiciones está costando vidas porque ni siquiera hemos podido comprar las vacunas que hacen falta dado el turbio negocio que hizo la Presidencia y que ejecutó el Ministerio de Salud.

Las dos sesiones del Congreso para “conocer” la suspensión de garantías constitucionales, que no es cosa ligera, han sido un claro ejemplo de cuán poco les importa a todos los diputados lo que está sucediendo con pacientes que mueren por falta de atención derivada de la ausencia de insumos y de personal médico, además de la ya trágica falta de vacunas que es la mayor causa de muerte en nuestra sufrida Guatemala.

Somos un país sin ley y sin autoridades que se preocupen por el servicio público porque aquí prevalece la ley del más fuerte y se sabe que el manto de impunidad es tan extenso que alcanza a todos los que lo invoquen. ¿Hasta cuándo nuestro pueblo entenderá que así no hay futuro?

Redacción La Hora

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