Ayer, en un acto oficial, Giammattei se quejó porque “un pequeño grupo de gente no mire lo que hemos avanzado… lástima grande”, lo que en realidad significa la distinta visión que se tiene del país y de su gobierno dependiendo de la perspectiva. En primer lugar no es un pequeño grupo de gente sino una multitud superior a la que se manifestó en la plaza en el 2015 la que le pide la renuncia, al punto de que en muchos lugares del interior del país se produjeron nutridas concentraciones repudiando a este gobierno y pidiendo que Giammattei y su Consuelo renuncien.
Por supuesto que un Presidente en Guatemala vive en medio de la constante adulación de quienes le sacan provecho al poder y amanecen echándole flores para explotar las debilidades del ego. No es, ni por asomo, Giammattei la primera víctima de los aduladores que pululan en los círculos de poder porque a lo largo de muchos años y quizá hasta por generaciones han sabido las ventajas que ofrece endulzar el oído a los “débiles-poderosos” con elogios zalameros que logran ese torpe endiosamiento tan propio de estos tiranuelos tropicales.
Por eso es que cree que la economía de Guatemala crece gracias a lo que él hace y dispone, porque así se lo dicen esos aduladores, ignorando deliberadamente que son las remesas el motor de ese crecimiento y que las mismas son producto del sacrificio de gente que el sistema ha expulsado al negarles oportunidades dignas. Por eso cree que las vacunas que nos han donado son resultado de su excelente relación diplomática con países que abiertamente señalan que no tienen confianza en el Sistema de Justicia y en su combate a la corrupción. Por eso es que presume de buen manejo de la pandemia en medio de una ola de casos que satura el sistema hospitalario que, por cierto, él asegura que él hizo suficiente por los cuatro centros asistenciales creados para atender a los enfermos de Covid, aunque los médicos se quejen porque no tienen ni personal ni recursos para realizar esa atención.
Por supuesto que la primera cosa que oye en la mañana es cuán gran Presidente es y que lástima que la prensa y la gente no se den cuenta de todo lo maravilloso que hace. Y con esa motivación arranca el día de todos los que han llegado a ese puesto y que se pudren en las mieles de la adulación que no les permite ver la realidad tal cual es. Y ay de aquel que diga lo contrario.